6. ALIENTOS DE VIDA ETERNA. Lecciones sobre la fe (2)

ALIENTOS DE VIDA ETERNA

Lecciones sobre la fe (2) 

 “Tampoco en la promesa de Dios dudó con desconfianza: antes fue esforzado en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo. Por lo cual también le fue atribuido a justicia.” 

Romanos 4:20-22



La fe es esperar que la palabra de Dios cumpla lo que dice, y confiar en que esa palabra cumple lo que dice. Puesto que eso es fe, y la fe viene por la palabra de Dios, podemos esperar que sea ésta misma la que enseñe que la palabra tiene en sí misma el poder para cumplir lo que dice.
 
Y así es, efectivamente: la palabra de Dios enseña precisamente eso, y no otra cosa; esa es la “palabra fiel” la palabra llena de fe. La mayor parte del primer capítulo de la Biblia, contiene principalmente instrucción sobre la fe. En él encontramos no menos de seis declaraciones que tienen el definido propósito de inculcar la noción de fe; si contamos además lo que implica, en esencia, el primer versículo, en total suman siete. La instrucción sobre la fe consiste en la enseñanza de que la palabra misma de Dios es la que cumple lo dicho por esa palabra.
 
Leamos, pues, el primer versículo de la Biblia: “En el principio, crió Dios los cielos y la tierra”. ¿Cómo los creó? “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca”.

 “Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:6-9). Antes de que dijese, no había nada : después que habló, “fue hecho”. Fue hecho, solamente mediante la palabra . ¿Qué fue lo que causó la creación ? La simple palabra. Las tinieblas cubrían toda la faz del abismo. Dios quiso que allí hubiese luz. Pero ¿cómo hacer para que hubiese luz allí donde todo eran tinieblas? Habló una vez más: “Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz”. ¿Como vino la luz? La misma palabra pronunciada, produjo la luz. “El principio de tus palabras alumbra” (Sal. 119:130).

No había expansión, o firmamento. Dios quiso que lo hubiera. ¿Cómo lo trajo a la existencia? “Dijo Dios: Haya expansión…” Y así fue. El mismo proceso con la tierra, el agua, la vegetación, las lumbreras y los animales. “Y dijo Dios: produzca…” “y fue así”. Es, pues, “por la palabra de Jehová” que todas las cosas fueron creadas. Él dijo la palabra solamente, y fue así: la palabra hablada produjo por sí misma el resultado.
 
Tal ocurrió en la creación. Y así ocurrió también en la redención: curó a los enfermos, echó fuera demonios, calmó la tempestad, limpió a los leprosos, resucitó a los muertos, perdonó los pecados, todo por su palabra . En todo ello, también “Él dijo, y fue hecho”. Y Él es el mismo ayer, y hoy, y por siempre. Él es siempre el Creador. Y hace siempre las cosas por su palabra solamente. Siempre puede hacer todas las cosas por su palabra; esa es la característica distintiva de la palabra de Dios, que contiene el poder divino por medio del cual ella misma cumple lo dicho.

Es por eso que la fe es el conocer que en la palabra de Dios hay ese poder, es esperar que la misma palabra hará lo dicho por ella, y depender solamente de esa palabra para la realización de lo dicho. La enseñanza de la fe es la enseñanza de la naturaleza de la palabra de Dios. Enseñar a las personas a ejercer la fe, es enseñarles a esperar que la palabra de Dios haga lo que dice, y a depender de ella para el cumplimiento de lo dicho por la palabra. Cultivar la fe consiste en fortalecer, mediante la práctica, la confianza en el poder mismo de la palabra de Dios, para cumplir lo que ella misma pronuncia, y la dependencia de la palabra misma para cumplir lo dicho.
 
Y “la comprensión de lo que la Escritura quiere decir, cuando nos urge a la necesidad de cultivar la fe, es más esencial que cualquier otro conocimiento a
nuestro alcance”. ¿Estás cultivando la fe?

A. T. Jones y E. J. Waggoner, Lecciones de fe

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