4. EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL: Un mensaje de parte de Dios (1)

4. EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL

UN MENSAJE DE PARTE DE DIOS (1)

Fuente: Ellen White Estate

"Levántante, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria."

Isaías 60.1-2



Después de haber leído sobre el ardoroso apoyo que Elena White dio al mensaje de 1888 sobre justificación por la fe, leí el libro de E.H. Waggoner “Cristo y su justicia”, publicado en 1890. Al haber leído el libro anteriormente, y darme cuenta que presentaba la justificación por la fe como una obra en dos fases, tanto la justicia imputada como la justicia impartida, no lo había aceptado porque mi concepto de justificación por la fe era estrictamente un perdón legal, así como una persona es perdonada de una condena de prisión. Al leerlo nuevamente, mis ideas preconcebidas bloquearon mi comprensión.


Al leer la cita de Mensajes Selectos, Tomo 1 p.359, dice que: “El mensaje presente, la justificación por la fe, es un mensaje de Dios. Lleva las credenciales divinas porque su fruto es para santidad”, había pasado por alto la fecha y las circunstancias en las que esta declaración se escribió.

Un día se me ocurrió fijarme en la fecha que aparece bajo esa cita. Decía: “3 de septiembre de 1889”. Y la nota al pie de la página explica: “Tomado de un informe de una reunión celebrada en Roma, Nueva York”. Entonces esta declaración venía directamente del lugar donde Elena White, Waggoner y Jones estaban dando ese mismo mensaje. Mi prejuicio desapareció. Ahora podía dejar de lado las ideas preconcebidas y estudiar el tópico de buena fe. Apareció otro informe en la Review and Herald una semana más tarde, el 10 de septiembre de 1889, escrito por S.H. Lane:

“La presentación del tema de justificación por la fe por la hermana White y los pastores Jones y Waggoner, animó más a los presentes en que la investigación de todos los otros temas… Casi todos salieron de la reunión alabando a Dios”. (vea Through Crisis to Victory, de A.V. Olson, p.62).

No solo estaba acompañando a Jones y Waggoner, sino que este informe dice que ella misma ayudó a presentar el mensaje. ¿Podemos nosotros, frente a tal testimonio, dejar de entender el mensaje que Dios nos dio?

Tan solo diez días después de este informe de Elena White sobre las reuniones en Roma, New York, ella ayudó a Waggoner y Jones en la presentación del mensaje de justificación por la fe, estaba hablando nuevamente en el congreso de Denver, Colorado, el 13 de septiembre de 1889. Notemos de qué manera se refiere a ese mensaje nuevamente:

“Los maestros del pueblo no se han familiarizado ellos mismos por una experiencia viva con la fuente de su dependencia y poder. Y cuando el Señor levanta hombres y los envía con el mensaje mismo que ha de ser dado al pueblo para esta hora, un mensaje que no es una nueva verdad, pero exactamente el mismo que Pablo enseñó, y que el mismo Cristo enseñó, se les antoja ser doctrina extraña. Comienzan a amonestar al pueblo… “No se apresuren tanto. Mejor aguarden, y no se metan con este asunto hasta que no sepan más de él”. Y los pastores predican las mismas teorías secas, cuando lo que el pueblo necesita es maná fresco… y no tienen parte alguna en el mensaje que Dios envió a su pueblo”. Manuscrito 17, 1889, citado en Ministriy, de abril de 1978, p.26.

Los que están familiarizados con esa era, y las muchas declaraciones de Elena de White en su apoyo y defensa del mensaje de Minneapolis, reconocerán seguramente en la última cita que hace referencia a ese mensaje. El punto que debe ser tomando en cuenta aquí es que ella no dice que el mensaje era el mismo predicado por Pablo y Jesús, sino que era exactamente el mismo mensaje que Pablo y Jesús enseñaron.

Entonces ese mensaje no fue meramente los primeros rayos de luz del mensaje Paulino o del mensaje de la reforma sobre justificación por la fe, sino más bien exactamente el mismo que el de Pablo.

Árboles de Justicia El mensaje de 1888, Low Scarbrought

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