DIOS Y CIENCIA. ¿Cómo empezó la vida? (III). La evolución química y sus problemas (III)

¿CÓMO EMPEZÓ LA VIDA? (III)

La evolución química y sus problemas (III)

  • Los isómeros ópticos
La mano izquierda y la derecha son muy similares, pero sus partes están dispuestas de tal modo que son imágenes especulares la una de la otra. Las moléculas orgánicas también son estructuras tridimensionales complicadas que pueden existir con formas diferentes aunque tengan el mismo tipo de átomos y la misma estructura química básica. Los científicos denominan isómeros a tales formas diferentes de moléculas similares, y, como nuestras manos, pueden ser imágenes especulares unas de otras. 
Una forma de identificar las dos imágenes especulares consiste en fijarse en la forma en que refractan las ondas de luz procedentes de haces polarizados, ondas que están alineadas. Si la rotación es hacia la izquierda, son del tipo L (levógiro), y si es hacia la derecha, son del tipo D (dextrogiro). Cuando se sintetizan tales moléculas orgánicas en el laboratorio, salen la mitad L y la mitad D. Una excepción es el aminoácido glicina, que es tan simple que no tiene imagen especular de sí mismo. En el experimento de Miller, la mitad de los aminoácidos eran L y la mitad D, y eso es lo que encontraríamos en la sopa primitiva. Sin embargbo, cuando observamos a los seres vivos, salvo en algunas moléculas sumamente peculiares, todos los aminoácidos con del tipo L. Los seres vivos no permiten mucha latitud a la hora de hacer sustituciones. Un solo aminoácido D en una molécula de proteína le impide adquirir la forma debida para funcionar correctamente. La desconcertante cuestión que la evolución tiene planteada es cómo hicieron las primeras formas de vida que se ensamblaron en la sopa biológica para escoger sencillamente al azar solo los aminoácidos L para las primeras proteínas a partir de una mezcla homogénea de L y D. El mismo problema se da en las moléculas de azúcares que hay en el ADN y el ARN, salvo que en esta ocasión son solo del tipo D.
A lo largo de los años los evolucionistas han sugerido muchos mecanismos, como la luz polarizada, el magnetismo, el efecto del viento, etcétera, para explicar por qué en los seres vivos se dan únicamente los aminoácidos L. Pero ninguno resuleve el problema, de modo que siguen apareciendo ideas nuevas. Los investigadores se aferran a los más débiles rayos de esperanza resultantes de experimentos artificiales perfectamente controlados realizados en laboratorio (los cuales solo se parecen vagamente a algo que se pudiera haber dado relamente en la anturaleza) como posibles soluciones. Hasta la fecha, la ciencia no ha encontrado ninguna solución realista al misterio. 
Ariel A. Roth, La ciencia decubre a Dios

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