UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. La conspiración contra la familia humana

LA CONSPIRACIÓN CONTRA LA FAMILIA HUMANA

Los seguidores de Satanás salieron a su encuentro, y él se levantó, asumiendo un aire arrogante, y les informó acerca de sus planes para apartar de Dios al noble Adán y a su compañera Eva. Si de alguna manera podía inducirlos a desobeder, Dios haría algo para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios. Si eso fallaba, podrían unirse con Adán y Eva, pues una vez que hubieran transgredido la ley de Dios estarían sometidos a la ira divina lo mismo que ellos. Su transgresión también los pondría a ellos en estado de rebelión, y podrían unirse con Adán y Eva para tomar posesión del Edén y establecer allí su morada. Y si lograban tener acceso al árbol de la vida que estaba en medio del jardín, su fortaleza sería, según ellos, igual a la de los ángeles santos, y ni DIos mismo podría expulsarlos de allí.

Satanás celebró una reunión de consulta con sus ángeles malignos. No todos estaban listos para unirse con el fin de llevar a cabo ese arriesgado y terrible plan. Les dijo que no confiaría a ninguno de ellos la realización de esa tares, porque creía que sólo él tenía suficiente sabiduría como para realizar una empresa tan importante. Quería que consideraran el asunto mientras él los dejaba con el fin de estar solo para madurar sus planes. Trató de convencerlos de que esta era su única y su última esperanza. Si fallaban, desaparecería toda perspectiva de recuperar el cielo y controlarlo, o cualquier otra parte de la Creación de Dios.

Satanás quedó solo para madurar los planes que seguramente provocarían la caída de Adán y Eva. Temía que sus propósitos no se cumplieran. Aún más, aunque tuviera éxito al inducir a Adán y Eva a desobedecer los mandamientos de Dios y convertirlos en transgresores de su ley, si de todo ello él no recibía ningún ebeneficio, su propia situación no mejoraría; su culpa en cambio sólo aumentaría.

Se estremeció al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces firme y resyelto, otras dubitativo y vacilante. Sus ángeles lo buscaban, puesto que era su dirigente, para informarle acerca de la decisión que habían tomado. Se unirían a Satanás en sus planes, para compartir con él la responsabilidad y las consecuencias. 

Satanás ahuyentó sus sentimientos de desesperación y flaqueza y, como dirigente de ellos, se revistió de valor con el fin de afrontar la situación y hacer todo cuanto estuviera a su alcance para desafiar la autorida de Dios y de su Hijo. Los informó acerca de sus planes. Si se acercaba audazmente a Adán y Eva para quejarse del unigénito Hijo de Dios, no lo escucharían en absoluto; por el contrario, estarían preparados para repeler ese ataque. Si tratara de intimidarlos con su poder (hasta hacía poco había sido un ángel provisto de gran autoridad), tampoco podría lograr nada. Decidió que la astucia y el engaño lograrían lo que no fuera posible por la fuerza. 

La historia de la redención 

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