LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO. Dios manifestado carne (II)
CRISTO Y SU JUSTICIA (VI)
DIOS MANIFESTADO CARNE(II)
"Y EL VERBO SE HIZO CARNE, Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS"
(JUAN 1.14)
Un punto más, y podremos aprender la lección completa en relación con el hecho de que "el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". ¿Cómo es que Cristo pudo estar "rodeado de flaqueza" (Hebreos 5.2) y sin embargo no cometer pecado? Algunos han pensado, por lo leído hasta aquí, que rebajamos el carácter de Jesús, por denigrarlo hasta al nivel del hombre pecaminoso. Al contrario, estamos precisamente exaltando el poder divino de nuestro bendito Salvador, quien descendió voluntariamente al nivel del hombre pecamioso, para que pudiera exaltar al hombre a su propia pureza inmaculada, la cual reotuvo bajo las circunstancias más adversas. Su humanidad solamente veló su naturaleza divina, por la cual estaba conectado inseparablemente con el Dios invisibile, y que fue más que capaz de resistir exitosamente la debilidad de la carne. Hubo ent oda su vida una lucha. La carne, afectada por el enemigo de toda justicia, tendía a pecar, sin embargo su naturaleza divina nunca albergó, ni por un momento, un mal deseo, ni vaciló jamás su poder divino. Habiendo sufrido en la carne todo lo que la humanidad pueda jamás sufrir, regresó al trono del Padre tan inmaculado como cuando dejó las cortes de gloria. Cuando descendió a la tumba bajo el poder de la muerte, no pudo ser retenido en ella, porque "no había pecado".
Pero alguien dirá: "No encuentro consuelo en eso. Dispongo ciertamente de un ejemplo, pero no puedo seguirlo, ya que carezco del poder que Cristo tuvo. Él fue Dios aún mientras estaba aquí en la tierra; yo no soy más que un hombre". Sí, pero pueder tener el mismo poder que él tuvo, si así lo deseas. Él estuvo "rodeado de flaqueza", sin embargo "no hizo pecado" por el poder Divino habitando constantemente en él. Ahora escucha las inspiradas palabras del apóstol Pablo, y ve lo que es tu privilegio obtener:
"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda la familia en los cielos y de la tierra, que os dé, conforme a la riqueza de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestro corazón, para que, arraigados y fundados en amor, podáis comprender bien con todos los santos, la anchura y la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo, y de conocer ese amor que supera a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 4.14-19).
¿Se puede pedir más? Cristo, en quien habita toda la plenitud de Dio, puede habitar en nuestros corazones, para que nosotros podemos ser colmados de toda la plenitud de Dios. ¡Qué promesa más maravillosa! Él puede "simpatizar con nuestras debilidades". Habiendo sufrido todo lo que hereda la carne pecaminosa, lo conoce todo, y tan cerca se identifica con sus hijos, que cualquier cosa que pese sobre ellos, recae igualmente sobre él, y él sabe cuánto poder Divino es necesario para resistirlo; y si anhelamos sinceramente negar "la impiedad y los deseos mundanos", él es poderoso, y está deseoso de darnos la fortaleza "para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos". Todo el poder que Cristo tenía habitando en él por naturaleza, podemos tenerlo habitando en nosotros por gracia, ya que nos la otorga sin precio y sin medida.
Por lo tanto, cobre ánimo toda alma cansada, débil y oprimida por el pecado. Acérquese "con segura confianza al trono de la gracia", donde puede estar seguro de encontrar gracia auxiliadora para la hora de la necesidad, porque esa necesidad es sentida por nuestro Salvador en esa misma hora. Le conmueve "el sentimiento de nuestra flaqueza". Si fuera simplemente que Cristo sufrió mil cohocientos años atrás, podríamos temer que haya olvidado algo relativo a la flaqueza; pero no: la misma tentación que te oprime a ti le conmueve a él. Sus heridas están siempre frescas, y vive siempre para interceder por ti.
¡Qué maravillosas posibilidades hay para el cristiano! ¡Qué alturas de santidad puede obtener! No importa cuánto pueda guerrear contra él Satanás, asaltándolo donde la carne es más débil. Siempre puede habitar bajo la sombra del Omnipotente, y ser lleno con la plenitud del poder de Dios. El que es más fuerte que Satanás puede vivir en su corazón ininterrumpidamente; y por lo tanto, observando los asaltos de Satanás como desde una gran fortaleza, puede decir: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4.13)
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