LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO. Importantes lecciones prácticas (I)
CRISTO Y SU JUSTICIA (VII)
IMPORTANTES LECCIONES PRÁCTICAS(I)
No es tan solo a título de teoría interesante, o de simple dogma, que debiéramos considerar a Cristo como Dios y Creador. Toda doctrina de la Biblia es para nuestro beneficio práctico, y con ese propósito de la debiera estudiar.
Veamos primero qué relación guarda esta doctrina con el mandamiento central de la ley de Dios. En Génesis 2.1-3 leemos estas palabras, a modo de clausura del relato de la creación: "Así quedaron acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el séptimo día la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de todo lo que había hecho en la creación. Y Dios bendijo al séptimo día, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación".
Vemos pues -y es muy lógico-, que el mismo Ser que creó, descansó. El que obró seis días creando la tierra, descansó en el séptimo, lo bendijo y lo santificó. Pero ya hemos visto que Dios Padre creó los mundos por su Hijo Jesucristo, y que Cristo creó todo lo que existe. Por lo tanto, es inevitable concluir que Cristo descansó en ese primer séptimo día, al final de los seis días de la creación, y que lo bendijo y santificó. Por lo tanto, el séptimo día, el Sábado, es con toda propiedad el día del Seór. Cuando Jesús dijo a los fariseos murmuradores: "Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado" (Mateo 12.8), declaró su señorío sobre el mismo día que ellos tan escrupulosamente observaban en la forma; e hizo esto con palabras que muestran que él lo consideraba como su mayor insignia de autoridad, como demostrando el hecho de que él era mayor que el templo. Por lo tanto, el séptimo día es el memorial divinamente señalado de la creación. Es el más honrado de todos los días, puesto que su misión especial es traer a la mente el poder creativo de Dios, que es la prueba de su divinidad para el hombre. Y así, cuando Cristo dijo que el Hijo del Hombre es "Señor aún del sábado", señaló un hecho sublime: nada menos que el de ser el Creador, siendo el sábado un recordatorio de su divinidad.
¿Qué debemos decir, entonces, a la sugerencia hecha a menudo de que Cristo cambió el día del sábado, de un día que conmemora la terminación de la creación a un día que carece de tal significación? Sencillamente esto, que cambiar o abolir el sábado equivaldría a destruir aquello que trae a la mente su divinidad. Si Cristo hubiera abolido el sábado, hubiera deshecho la obra de sus propias manos, y por lo tanto hubiera obrado en contra de sí mismo; y un reino dividido contra sí no puede permanecer. Pero Cristo "no se puede negar a sí mismo", y en consecuencia no cambió ni una jota de aquello que él mismo estableció, y que al testificar de su divinidad lo declara ser digno del honor que merece, por encima de todos los dioses paganos. Hubiera sido tan imposible para Cristo el cambiar el sábado, como hubiera sido cambiar el hecho de que él creó todas las cosas en seis días, y descansó el séptimo.
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