UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. La ley es inmutable
LA LEY ES INMUTABLE
El universo entero se maravilló al ver que Cristo debía humillarse a sí mismo para salvar al hombre caído. El hecho de que Aquel que había pasado de una a estrella a otra, de un mundo a otro, dirigiéndolo todo, satisfaciendo, medante su providencia, las necesidades de todo orde de seres de su enorme creación, consintiese en dejar su gloria para tomar sobre sí la naturaleza humana, era un misterio que todas las inmaculadas inteligencias de los otros mundos deseaban entender.
Cuando Cristo vino a nuestro mundo en forma humana, todos estaban interesado en seguirlo mientrar recorría paso a paso su sendero salpicado de sangre desde el pesebre hasta el Calvario. El cielo notó las afrentas y las burlas que él recibía, y supo que todo era instigado por Satanás. Presenció la obra de dos fuerzas contrarias: Satanás arrojando constantemente tinieblas, angustia y sufirimientos sobre la raza humana, y Cristo oponiéndosele. Observó la batalla entre la luz y las tinieblas a medida ue se reñía con más ardor. Cuando Cristo exclamó en la cruz en su expirante agonía: "Consumado es," un grito de triunfo resonó a través de todos los mundos, y a través del mismo cielo.
Finalmente se había decidido la gran contienda que tanto había durado en este mundo, y Cristo era el vencedor. Su muerte había contestado la pregunta de si el Padre y el Hijo tenían suficiente amor hacia el hombre para obrar con tal abnegación y espíritu de sacrificio. Satanás había revelado su verdadero carácter de mentiroso y asesino. Se vió que si se le hubiese permitido dominar a los habitantes del cielo, hubiera manifestado el mismo espíritu con el cual había gobernado a los hijos de los hombres que estuvieron bajo su potestad. Como una sola voz, el universo leal se unió para ensalzar la administración dvivina.
Si se hubiera podido cambiar la ley, el hombre habría sido salvo sin necesidad del sacrificio de Cristo; pero el hecho de que fuese necesario que Cristo diera su vida por la raza caída prueba que la ley de Dios no exonará el pecador de sus demandas. Está demostrado que la paga del pecado es la muerte. Cuando murió Cristo, quedó asegurada la destrucción de Satanás. Pero si la ley hubiera sido abolida en la cruz, como muchos aseveran, entonces el amado Hijo de Dios hubiera sufrido la agonía y muerte sólo para dar a Satanás lo que pedía; entonces el príncipe del mal habría triunfado; y sus acusaciones contra el gobierno divino hubieran quedado probadas. Pero el mismo hecho de que Cristo sufrió la pena de la transgresión del hombre, es para todos los seres creador un poderoso argumento en prueba de que la ley es inmutable; que Dios es justo, misericordioso y abnegado; y que la justicia y la misericordia más infinitas se entrelazan en la administración de su gobierno.
Patriarcas y profetas
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