4. EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL. Un mensaje de parte de Dios (3)
4. EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL
UN MENSAJE DE PARTE DE DIOS (3)
Aunque el mensaje de 1888 pueda parecer al principio algo complejo, es en realidad muy simple. Waggoner presentó la justificación como teniendo dos aspectos, aunque no se refirió a ellos en tales términos. Estos dos aspectos eran: la justicia impartida de Cristo; la que él llamaba nuevo nacimiento; y el perdón de los pecados, la justicia imputada de Cristo que determina nuestra posición ante Dios.
Waggoner comienza su presentacion de la necesidad humana de justicia persona en la página 46 de su libro "Cristo y su justicia" (ver publicaciones con la etiqueta Cristo y su justicia; se recogerá en siguientes publicaciones las citas completas) presenta los mandamientos como la justicia de Dios, describiendo el dilema del hombre para guardarlos por sí mismo. Por eso es que el "hombre debe ser hecho justo (esto es el nuevo nacimiento en el concepto de Waggoner) antes que pueda hacer el bien que se requiere de él, y que anhela hacer" (pág. 55). Muestra que todos los que entren en al cielo serán hacedores de la ley. En la página 57 escribe:
"El asunto entonces, es: ¿cómo puede obtenerse la justicia que se necesita para entrar en esa ciudad? Responder a ste interrogante es la gran obra del Evangelio. Veamos primero una lección objetiva sobre justificación".
Luego presenta la parábola del fariseo y el publicano. El fariseo no sentía necesidad alguna y no fue justificado. El publicano sentía su gran necesidad y al pedir misericordia salió justificado. Su comentario en la página 57 y 58 dice:
"Esta parábola fue dada para mostrar como podemos alcanzar la justicia, y como no se puede obtener.... El hombre que confiaba en su propia justicia no tenía justicia en absoluto, mientras que el hombre que oraba, con corazón contrito: "Dios, sé propicio a mí, pecador", descendió a su casa como un hombre justi. Cristo dice que éste salió justificado, esto es, hecho justo."
Waggoner ha presentado el don de la justicia impartida primero al responder a la pregunta: "¿Cómo puede obtenerse la justicia que se necesita para entrar en esa ciudad?". La vida perfecta de Cristo, que Él imputa al creyente siempre está segura, es siempre el hombre el que deja de cumplir.
Al avanzar hasta la página 66, su énfasis primordial es sobre cómo obtener esta justicia personal. Inicia el resumen de su posición sobre justificación por la fe en la página 65:
"Pero llevamos la figura un paso más allá, y esto quitará toda dificultad del asunto. Zacarías 3.3 nos proporciona la solución: "... Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del Ángel. Y habló el Ángel y mandó a los que estaban con él, diciento: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he "quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir con ropas de gala".
Notemos que en el relato aquí presentado, el quitar las vestiduras viles es lo mismo que quitar o hacer desaparecer el pecado de la persona. Y así descubrimos que cuando Cristo nos cubre con el manto de Su propia justicia, no proporciona un manto para encubrir el pecado, sino que remueve el pecado. Y esto demuestra que el perdón de los pecados es mucho más que un mero formalismo, es más que simplemente asentar una entrada en los libros del cielo."
Y entonces muestra que uno obtiene justicia individual al revestirnos de Cristo:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es (2 Corintios 5.17. Y así el perdón completo y gratuito de los pecados conlleva en sí mismo ese cambio maravilloso y milagroso que se conoce como el nuevo nacimiento; pues el hombre no puede llegar a ser nueva criatura a menos que sea por el nuevo nacimiento. El nuevo corazón es un corazón que ama la justicia y odia el pecado. Es un corazón dispuesto a ser guiado por sendas de justicia. Este es el tipo de corazón que el Señor deseaba que Israel llegase a tener, cuando dijo: `¡Quién diera que tuviesen tal corazón, y que temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! (Deuteronomio 5.29)´Cristo y su Justicia, p. 66 (Compare con Mensajes para los Jóvenes p.69-70.
Así termina Waggoner de dar respuesta a la pregunta que formuló en la página 57: ¿Cómo se puede obtener la justicia necesaria para entrar en la ciudad? Y esto es, por supuesto, la justicia impartida de Cristo que Elena de White llama nuestra idoneidad para el cielo.
Low Scarbrought, Árboles de Justicia El mensaje de 1888
Waggoner comienza su presentacion de la necesidad humana de justicia persona en la página 46 de su libro "Cristo y su justicia" (ver publicaciones con la etiqueta Cristo y su justicia; se recogerá en siguientes publicaciones las citas completas) presenta los mandamientos como la justicia de Dios, describiendo el dilema del hombre para guardarlos por sí mismo. Por eso es que el "hombre debe ser hecho justo (esto es el nuevo nacimiento en el concepto de Waggoner) antes que pueda hacer el bien que se requiere de él, y que anhela hacer" (pág. 55). Muestra que todos los que entren en al cielo serán hacedores de la ley. En la página 57 escribe:
"El asunto entonces, es: ¿cómo puede obtenerse la justicia que se necesita para entrar en esa ciudad? Responder a ste interrogante es la gran obra del Evangelio. Veamos primero una lección objetiva sobre justificación".
Luego presenta la parábola del fariseo y el publicano. El fariseo no sentía necesidad alguna y no fue justificado. El publicano sentía su gran necesidad y al pedir misericordia salió justificado. Su comentario en la página 57 y 58 dice:
"Esta parábola fue dada para mostrar como podemos alcanzar la justicia, y como no se puede obtener.... El hombre que confiaba en su propia justicia no tenía justicia en absoluto, mientras que el hombre que oraba, con corazón contrito: "Dios, sé propicio a mí, pecador", descendió a su casa como un hombre justi. Cristo dice que éste salió justificado, esto es, hecho justo."
Waggoner ha presentado el don de la justicia impartida primero al responder a la pregunta: "¿Cómo puede obtenerse la justicia que se necesita para entrar en esa ciudad?". La vida perfecta de Cristo, que Él imputa al creyente siempre está segura, es siempre el hombre el que deja de cumplir.
Al avanzar hasta la página 66, su énfasis primordial es sobre cómo obtener esta justicia personal. Inicia el resumen de su posición sobre justificación por la fe en la página 65:
"Pero llevamos la figura un paso más allá, y esto quitará toda dificultad del asunto. Zacarías 3.3 nos proporciona la solución: "... Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del Ángel. Y habló el Ángel y mandó a los que estaban con él, diciento: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he "quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir con ropas de gala".
Notemos que en el relato aquí presentado, el quitar las vestiduras viles es lo mismo que quitar o hacer desaparecer el pecado de la persona. Y así descubrimos que cuando Cristo nos cubre con el manto de Su propia justicia, no proporciona un manto para encubrir el pecado, sino que remueve el pecado. Y esto demuestra que el perdón de los pecados es mucho más que un mero formalismo, es más que simplemente asentar una entrada en los libros del cielo."
Y entonces muestra que uno obtiene justicia individual al revestirnos de Cristo:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es (2 Corintios 5.17. Y así el perdón completo y gratuito de los pecados conlleva en sí mismo ese cambio maravilloso y milagroso que se conoce como el nuevo nacimiento; pues el hombre no puede llegar a ser nueva criatura a menos que sea por el nuevo nacimiento. El nuevo corazón es un corazón que ama la justicia y odia el pecado. Es un corazón dispuesto a ser guiado por sendas de justicia. Este es el tipo de corazón que el Señor deseaba que Israel llegase a tener, cuando dijo: `¡Quién diera que tuviesen tal corazón, y que temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! (Deuteronomio 5.29)´Cristo y su Justicia, p. 66 (Compare con Mensajes para los Jóvenes p.69-70.
Así termina Waggoner de dar respuesta a la pregunta que formuló en la página 57: ¿Cómo se puede obtener la justicia necesaria para entrar en la ciudad? Y esto es, por supuesto, la justicia impartida de Cristo que Elena de White llama nuestra idoneidad para el cielo.
Low Scarbrought, Árboles de Justicia El mensaje de 1888
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