DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA. Las supuestas "faltas" de los mensajeros no excusan el mensaje (III)

DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA

Historia de un siglo de confrontación entre Dios y su pueblo (13)

LAS SUPUESTAS "FALTAS" DE LOS MENSAJEROS NO EXCUSAN EL MENSAJE (III)

"Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales."

1 Corintios 10.11

Hay autores modernos que tratan a Jones y Waggoner con un espíritu buscador de faltas semejante al de aquellos que resistieron su mensjae en 1888. Pero los dos "mensajeros" disfrutaban del apoyo rotundo de E. White. Es cierto que ambos fallaron y perdieron el rumbo después de finalizar la era de 1888. Esa es probablemente la razón por la cual escritores modernos se empeñan en responsabilizarlos de la tragedia de 1888. Pero juzgan los hechos equivocadamente.

E. White predijo que ocurriría ese trágico final "si continuaba la oposición a su mensaje". Especificó, no obstante, que su fracaso posterior no invalidaría de modo alguno su mensaje y ministerio entre 1888 y 1896, período en el que los respladó con sus declarasiones. Criticar hoy a los "mensajeros" durante aquella época del "comienzo" del fuerte pregón, es hacerse partícipe de las objeciones de los oponentes de su época. Eso equivale a justificar el rechazo de la bendición especial procedente del cielo. Es increíble que más de cien años después nos sintamos aún inclinados a culpar a los mensajeros especiales del Señor por las consecuencias de nuestra propia incredulidad.

Fue notable la consideración de Jones y Waggoner por parte de E. White, como poseyendo un genuino espíritu cristiano durante y después de la asamblea de Minneapolis (testigos presenciales confirmaron la veracidad de esa apreciación):

"El doctor Waggoner nos ha hablado con franqueza... De una cosa estoy segura: como cristianos no tenéis derecho a abrigar sentimientos de enemistad, descortesía y prejuicio hacia el Dr. Waggoner, que ha presentado sus puntos de vista de modo claro y directo, como se espera de un cristiano... Creo que es perfectamente sincero en sus posiciones, y respetaré sus sentimientos y confiaré en él como un hermano cristiano, en la medida en que no haya evidencia de que es indigno. El hecho de que sostenga con sinceridad algunos puntos de vista sobre la ESscritura que difieren de los vuestros y míos no es razón para que lo tratemos como un ofensor, como un hombre peligroso, y que lo convirtamos en objeto de injusto criticismo" (Ms 15, 1888 Olson, p.294)

Robert J. Wieland y Donald K. Short, 1888 Reexaminado

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