DESUBRIENDO NUESTRA HISTORIA. El mensaje de 1888: la justificación por la fe (2)

DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA

EL MENSAJE DE 1888: 

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE (2)

Fuente: Ellen White Estate

"Levántante, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria."

Isaías 60.1-2


(Esta publicación corrige errores de transcripción de la anterior publicación)

Al leer otra vez mi capítulo favorito, “Transformado por Gracia” en el libro Hechos de los Apóstoles la luz comenzó a brillar.
 
“En la vida del discípulo Juan se ejemplifica la verdadera santificación”. Hechos de los Apóstoles, p. 445.

Y entonces se da la descripción de su íntima asociación con Cristo y el hermoso carácter de esa vida. Y luego viene este comentario:

        “Sometió su temperamento resentido y ambicioso al poder modelador de Cristo, y el amor divino realizó en él la transformación de carácter.” (Ibid. p. 445)

Aquí dice que el apóstol Juan fue santificado por el amor divino de Cristo. En “Mensajes para los jóvenes” p. 32 dice que uno es santificado por la justicia impartida de Cristo. Esto fue como un rayo de luz para mí. ¿Significaba que este amor divino de Cristo que santificó a Juan era lo mismo que la justicia impartida de Cristo? ¿Fue la santificación de Juan algo único? ¿O todas las personas son santificadas por el amor de Cristo, como lo fue Juan? Todas estas preguntas vinieron a mi mente, pero Elena de White, había dicho que la santificación de Juan era ejemplo de verdadera santificación. Entonces su santificación no era única, sino más bien un ejemplo de como todos somos santificados por el amor divino. Entonces el amor de Cristo y su justicia impartida deben ser términos sinónimos, intercambiables.

Después de investigar más, esta verdad se hizo tan obvia que me preguntaba cómo podía ser que la había pasado por alto por tanto tiempo. Elena de White, al hablar sobre los judíos, dijo:

        “Si quisieran abrir sus corazones para recibir plenamente a Cristo, entonces la vida misma de Dios, su amor, moraría en ellos, transformándolos a su semejanza; así, por el don generoso de Dios, poseerían la justicia exigida por la ley”. Discurso Maestro, p.50

Esto es claramente santificación, pero nada dice sobre justicia impartida. En cambio, dice que el amor a Dios obra la santificación, mostrando nuevamente que justicia impartida y amor impartido son sinónimos. San Pablo citó cinco de los mandamientos y entonces dijo: “… así que el amor es el cumplimiento de la ley”. Romanos 13.10 Y nuevamente Pablo nos dice: “Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8.4

Si la justicia de la ley se cumple en el creyente en Romanos 8.4, y el amor es el cumplimiento de la ley en Romanos 13.10, entonces justicia y amor deben ser una y la misma cosa. La evidencia que aparece a continuación dará prueba positiva de este hecho.

Después de la Conferencia General de 1888 de Minneapolis, Elena de White dedicó mucho de su tiempo a presentar reuniones por todas partes del país acompañando a A. T. Jones y E. J. Waggoner para dar su sello de aprobación sobre el mensaje de justificación por la fe que Dios le había dado. Al resumir ese tan precioso mensaje en 1895 ella dijo:

        “Presentaba la justificación por la fe en el Garante; invitaba a la gente a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a todos los mandamientos de Dios” (Testimonios para los Ministros 91-92)
A lo que ella se refiere aquí, como veremos, es la justicia que se manifiesta y es hecha posible en la vida del creyente mediante el Espíritu.

Un artículo apareció en la Review and Herald de 11 de marzo de 1890, que dice:

        “Por casi dos años hemos (el “hemos” se refiere a Elena de White, A. T. Jones y E. J. Waggoner) estado animando al pueblo a que venga y acepte la luz … (sobre) la justicia de Cristo, y no saben si venir y hacer suya esta preciosa verdad o no”.

Otro artículo se publicó en la Review and Herald del 19 de agosto de 1890, que era una carta en respuesta a un hermano ministro quien había recibido el mensaje de la justicia de Cristo en una reunión en la ciudad de Kansas, donde el trío arriba mencionado había estado dictando una serie de reuniones. Y esta es una porción del comentario de Elena de White:

“Apreciado hermano: Fue con placer que leí su carta de consulta pues el pensamiento de que la obra que el Espíritu Santo hizo en su corazón en la reunión de Kansas hasta el momento no se ha borrado, es de gran satisfacción. Usted recibió una visita de la justicia de Cristo que aún no ha perdido, así como otros sí la perdieron al entrar en contacto con aquellos que no apreciaron esta bendita verdad. Estoy feliz de saber que Jesús en verdad manifiesta su presencia cuando se la busca fervientemente y se la recibe con agradecimiento. En la parábola, las Diez Vírgenes tenían lámparas, pero tan solo cinco poseían aceite de reserva con el cual mantener sus lámparas ardiendo… Hay personas que han recibido la preciosa luz de la justicia de Cristo, pero no ha afectado su vida; son vírgenes fatuas”.

Notemos que si uno no tiene la justicia de Cristo, está destituido del Espíritu 
Santo:

        “No tienen aceite en sus vasijas para las lámparas. Están destituidos del Espíritu Santo”. (Palabras de Vida, p.337)

        “Ese aceite es la justicia de Cristo. Representa el carácter, y el carácter no es transferible”: (Testimonios para los Ministros, p. 234)

En esta última cita dice que el aceite es la justicia de Cristo. En la cita que aparece a continuación dice que el aceite es el amor:

        “En el corazón de todos los que están unidos a Dios por la fe, el áureo aceite del amor fluye libremente, para brillar en buenas obras, en un servicio real y sincero por Dios… NO hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador mediante la humanidad. Todo el cielo está esperando que haya canales por medio de los cuales pueda derramarse el aceite santo para que sea un gozo y una bendición para los corazones humanos…. La morada del Espíritu en nuestro corazón se revelará por la manifestación del amor celestial” (Palabras de Vida, p.345)

El mensaje es claro. La justicia de Cristo que el Espíritu imparte y el aceite del amor son una y la misma cosa. Elena de White se refirió al aceite como la justicia de Cristo (Testimonios para Ministros, p.234). Se refirió al aceite como el áureo aceite del amor. (Palabras de vida, p.345).

Tenemos además esta declaración directa:

        “La justicia es santidad, semejanza a Dios; y “Dios es amor”… La justicia es amor”. (Discurso Maestro de Jesucristo, p.20).
Los hechos y las obras justas son sólo la expresión externa del amor interno. Notemos esta declaración sobre Dios mismo:

        “Dios es amor… La misma vida de Dios es la manifestación del amor abnegado”. (Discurso Maestro de Jesucristo, p.67)

Los actos y las obras de Dios son la manifestación visible de su amor. Siendo que la justicia de Dios y el amor de Dios son equivalentes, notemos el siguiente pasaje de la Escritura:

        “Y la esperanza no avergüenza: porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos fue dado” (Romanos 5.5)
Para que este pasaje cobre significado especial para nosotros en nuestra comprensión de lo que es justicia impartida, parafraseémoslo poniendo la palabra “justicia” en lugar de la palabra “amor, y palabra “impartida” en lugar de “derramado”. Y ahora el mensaje de la paráfrasis: “La justicia de Dios ha sido impartida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos fue dado…”

Por supuesto que Pablo no quería decir aquí que el cristiano que recién ha nacido de nuevo tendría la profundidad de la justicia o el amor tal como Dios lo posee. Cuando descubrí que la justicia impartida de Cristo y su amor impartido son una y la misma cosa, y que son impartidos mediante el Espíritu Santo, me di cuenta que había encontrado respuestas vitales a mis interrogantes sobre la justificación por la fe.  

Árboles de justicia El Mensaje de 1888, Low Scarbrought

Comentarios

Entradas populares