1. UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. El diluvio

UN CONFLICTO CÓSMICO REAL

El diluvio


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Los descentientes de Set fueron llamados hijos de Dios; los de Caín, hijos de los hombres. Cuando los hijos de Dios se mezclaron con los hijos de los hombres, los primeros se corrompieron y, al casarse con los segundos perdieron, mediante la influencia de sus esposas, su carácter santo y peculiar, y se unieron con los hijos de Caín para practicar la idolatría. Muchos dejaron a un lado el temor de Dios y pisotearon sus mandamientos. Pero unos pocos obraron justamente; eran los que temían y honraban a su Creador. Noé y su familia se contaban entre los pocos justos que había.

La maldad del hombre era tan grande, y aumentó hasta un extremo tal, que Dios se arrepintió de haberlo creado sobre la tierra, pues vio que su maldad era mucha, y que todo designio de los pensamientos de su corazón era de continuo solamente el mal. Más de cien años antes del diluvio el Señor envió un ángel al fiel Noé para hacerle saber que no tendría más misericordia de los miembros de la raza corrupta. Pero no quería que ignoraran su propósito. Instruiría a Noé y lo transformaría en un fiel predicador para advertir al mundo acerca de la destrucción que se avecinaba, a fin de que los habitantes de la tierra no tuvieran excusa. El patriarca debía predicar a la gente, y también construir un arca según las indicaciones de Dios para salvación de sí mismo y su familia. No sólo debía predicar, sino que su ejemplo al construir el arca habría de convencer a todos que creía lo que predicaba.

Noé y su familia no estaban solos al temer y obedecer a Dios. Pero el patriarca era el más piadoso y santo de todos los hombres de la tierra, y a él preservó Dios para que llevara a cabo su voluntad al construir el arca y advertir al mundo acerca de su próxima condenación. Matusalén, el abuelo de Noé, vivió hasta el mismo año cuando ocurrió el diluvio; y hubo otros que creyeron en la predicación de Noé y le ayudaron en la construcción del arca, que murieron antes que las aguas de éste cayeran sobre la tierra. Condenó al mundo por su predicación y su ejemplo al construir el arca. 
Dios dio a todos los que querían la oportunidad de arrepentirse y volverse a él. Pero no creyeron en la predicación de Noé. Se burlaron de sus advertencias y ridiculizaron la construcción de aquel inmenso navío sobre tierra seca. Los esfuerzos del patriarca para reformar a sus congéneres no tuvieron éxito. Por más de cien años perseveró en sus intentos por conducir a los hombres al arrepentimiento y a Dios. Cada golpe que se daba en el arca equivalía a una predicación. Noé dirigía, predicaba y trabajaba, mientras la gente lo contemplaba con asombro y lo consideraba fanático.
E. G. White, La Historia de la Redención

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