5. BUENAS NUEVAS. La victoria de la fe (1)
BUENAS NUEVAS
La victoria de la fe (1)
"Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6.33)
La Biblia dice que "el justo vivirá por la fe". La justicia de Dios es "revelada de fe en fe" (Rom. 1:17). Nada puede ilustrar mejor el obrar de la fe, que algunos ejemplos provistos para nuestra enseñanza, "para que por la paciencia y el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza" (Rom. 15:4). Consideremos primeramente un evento notable relatado en 2ª de Crónicas capítulo 20:
"Después de esto, los Moabitas y los Amonitas, con algunos Maonitas, vinieron en guerra contra Josafat. Avisaron a Josafat: 'Viene contra ti una gran multitud de la otra parte del mar y de Siria. Ya están en Hasesón Tamar, que es Engadi'" (vers. 1 y 2).
Este gran ejército atemorizó tanto al rey como al pueblo, pero tomaron la sabia decisión de congregarse "para pedir socorro al Eterno. Vinieron de todas las ciudades de Judá" (vers. 3 y 4). Después vemos la oración de Josafat como dirigente de la congregación, y vale la pena estudiarla con detenimiento, puesto que fue una oración de fe, y contenía en ella misma el comienzo de la victoria:
"Entonces Josafat se puso en pie en la reunión de Judá y Jerusalén, en la casa del Eterno, ante el atrio nuevo. Y dijo: 'O Eterno, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú el Dios que está en los cielos? Tú riges todos los reinos de las naciones. En tu mano están el poder y la fuerza, y no hay quien te resista'" (vers. 5 y 6).
Excelente comienzo para una oración. Empieza por reconocer al Dios del cielo. Así empieza la oración modelo: "Padre nuestro que estás en los cielos". ¿Qué significa? –Que Dios, como Dios en el cielo, es el Creador. Conlleva el reconocimiento de su poder sobre todas los reinos del mundo, y también sobre los poderes de las tinieblas; el hecho de estar en el cielo, de ser el Creador, muestra que en su brazo hay poder y fortaleza que nadie puede resistir. El hombre que, en la hora de necesidad, empieza su oración con tal reconocimiento del poder de Dios, tiene ya la victoria de su parte. Observa: Josafat no solamente declaró su fe en el maravilloso poder de Dios, sino que reclamó la fortaleza de Dios apropiándose de ella: "¿No eres tú nuestro Dios?” Cumplió la condición de las Escrituras: "Porque el que se acerca a Dios, necesita creer que existe, y que recompensa a quien lo busca" (Heb. 11:6).
Josafat procedió entonces a rememorar cómo el Señor los había establecido en la tierra, y cómo, no habiéndoles permitido invadir Moab y a Amón, esas naciones habían comenzado a echarlos de la tierra que Dios les había dado en herencia (vers. 7-11). Y después concluyó: "¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer, pero a ti volvemos nuestros ojos" (vers. 12). Para el Señor no representa problema alguno el prestar auxilio, sea al poderoso, o al que no tiene fuerzas (2 Crón. 14:11); y puesto que los ojos del Señor recorren toda la tierra para mostrar su fortaleza en favor de aquellos cuyos corazones están completamente entregados a él (2 Crón. 16:9), los que están en necesidad harán bien en confiar solamente en él. La posición de Josafat y su pueblo armonizaba con el mandato apostólico: "Fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe" (Heb. 12:2). Él es el principio y el fin, y en sus manos está todo el poder en el cielo y en la tierra.
Ahora, ¿cuál fue el resultado? -El profeta del Señor vino en el poder del Espíritu Santo y dijo: "Oíd, Judá todo, vosotros habitantes de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Eterno os dice así: No temáis ni os amedrentéis ante esta gran multitud; porque la guerra no es vuestra, sino de Dios" (vers. 15). Y entonces se dio la orden de salir de mañana para enfrentar al enemigo y ver la salvación del Señor, puesto que él estaría con ellos.
E. J. Waggoner, Cristo y Su Justicia
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