VIDA EN ABUNDANCIA (I). La educación de nuestros hijos: un deber de suma importancia y responsablidad.

LA EDUCACIÓN DE NUESTROS HIJOS: UN DEBER DE SUMA IMPORTANCIA Y RESPONSABILIDAD

"Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseaba, y me decía: retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; amala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría."

Proverbios 4.3-7 

 

Los padres tienen el privilegio de llevar a sus hijos consigo a las puertas de la ciudad de Dios: "He procurado instruir a mis hijos para que amen al Señor, para que hagan su voluntad y lo glorifiquen." Las puertas se abrirán para ellos, y entrarán los padres y los hijos. Pero no todos podrán pasar. Algunos serán dejados afuera con sus hijos, cuyos caracteres no habrán sido transformados por la sumisión a la voluntad de Dios. Una mano se alzará y se escucharán estas palabras: "Habéis descuidado vuestros deber del hogar. Habéis fracaso en realizar la obra que habría capacitado al alma para habitar en la morada celestial. No podéis entrar." Las puertas se cerrarán para los hijos porque no aprendieron a cumplir la voluntad de Dios, y para los padres porque descuidaron sus responsabilidades. (Manuscrito 31, 1909)

De la Palabra de Dios y de los testimonios de su Espíritu se ha estado difundiendo luz, de modo que ninguno necesite errar en cuanto a su deber. Dios requiere de los padres que eduquen a sus hijos para que lo conozcan y respeten sus derechos; deben educar a sus pequeños, como miembros más jóvenes de la familia del Señor, para que adquieran belleza de carácter y disposición amable, para que sean aptos para brillar en las cortes celestiales. Al descuidar su deber y permitir que sus hijos se desarrollen en el mal, los padres cierran para ellos las puertas de la ciudad de Dios. Estos hechos deben penetrar en la comprensión de los padres; deben levantarse para reasumir la obra que han descuidado durante tanto tiempo. (Testimonios para las iglesias). 

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