DIOS Y CIENCIA. ¿CÓMO EMPEZÓ LA VIDA? (II) La batalla de la generación espontánea (I)
¿CÓMO EMPEZÓ LA VIDA? (II)
La batalla de la generación espontánea (I)
Jan Baptist van Helmont |
El protoquímico Jan Baptist van Helmont (1577-1644) dio con una fórmula para fabricar ratones. ¡Si se escondían en trapos sucios con cereales y queso en un desván, pronto aparecerían ratones allí! El experimento sigue funcionando en la actualidad, pero ya no creemos que los ratones aparezcan , sin más, de forma espontánea. Desde los tiempos más remotos hasta hace bien poco se creía que los organismos simples surgían de la materia inerte. La observación directa demostraba el proceso, denominado comúnmente generación espontánea. Negarla era ignorar la realidad. Los gusanos aparecían, sin más, en las manzanas, y en la primavera las ranas se dejaban ver en el fango. Además, no había más que considerar en organismos tan repugnantes como la tenia. Dado que muchos defendían que Dios no podría haber creado tales seres, tenían que haber surgido espontáneamente en el cuerpo de las personas. Pocos sostenían en el punto de vista actual de que tales parásitos representan formas degeneradas de organismos autónomos. La gente daba por sentado que los roganismos más simples simplemente se desarrollaban solos doquiera aparecieran. Ahora sabemos que todo ser vivo tiene que procenir de otro ser vivo. La batalla por zanjar el asunto fue una de las más disputadas de la historia de la ciencia y duró dos siglos.
Uno de los primeros pioneros en esta contienda fue el médico italiano Francesco Redi (1626-1697). Hacía mucho que se venía observando que la cresa, fase larvaria de las moscas, se desarrollaba en la carne en descomopsición (aún no había llegado la refirgeración). Sin embargo, ¿de dónde salía la cresa? Redi decidió que iba a intentar producir gusanos de la carne con restos de varios tipos de animales diferentes, que incluían serpientes, palomas, peces, ovejas, ranas, ciervos, perros, corderos, conejos, cabras, pators, gansos, gallinas, golondrinas, leones, tigres y búfalos. Quedó sorprendido de que, con indepentencia del tipo de restos animales que usase, siempre encontraba el mismo tipo de cresa y de moscas. También sabía que, en verano, los cazadores envolvían la carne en tela para conservarla. ¿Podría ser que la cresa saliede de las moscas y que no apareciese espontáneamente en la carne? Para poner a prueba la idea, permitió que la carne de descompusiera en tarros abiertos y también en tarros cubiertos de gasa que no dejara pasar las moscas. Dado que no se formó cresa en la carne protegida de las moscas, llegó a la conclusión de que no aparecía espontáneamente, sino que, por el contrario, provenía de las moscas.
No obstante, ello no resolvió la cuestión. Algunas ideas tardan en morir. Después de la época de Redi entraron en liza otros científicos. Se recrudeció el conflicto, y empezaron a realizarse experimentos que conllevaban calentar diversos tipos de caldos orgánicos a distintas temperaturas en recipientes abiertos o sellados, con resultados contradictorios. A veces aparecían organismos; otras veces no. La cuestión de si la vida tenía que tener acceso al aire se convirtió en un asunto importante. Es curioso que la idea de que la vida pudiera surgir espontáneamente era aún más aceptada en el siglo XIX que en la época de Redi. La verdad retrocedía.
Ariel A. Roth, La ciencia descubre a Dios
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