DIOS y CIENCIA. ¿Cómo empezó la vida? (III) La evolución química y sus problemas (V)

¿CÓMO EMPEZÓ LA VIDA? (III)

La evolución química y sus problemas (V)

  • El código genético
Una de las cosas que más me gustaban de niño era crear códigos secretos con los que, sustituyendo letras o números, se acabase teniendo un nuevo lenguaje entendido únicamente por un grupito secreto.  Los estamentos militares emplean códigos sofisticados, y los cambian con frecuencia para proteger la información contra el enemigo, que tiene que dedicar un esfuerzo considerable para romperlos. Hace unas décadas también requirió un esfuerzo considerable comprender el código genético.  Su desciframiento representa uno de los grandes logros de la ciencia.

Mencionamos anteriormente que las bases A,T,G y C, contenidas en toda la molécula de ADN, dirigen la producción de proteínas pasando la información al ARN y a los aminoácidos. ¿Cómo comunica el ADN su información a los aminoácidos? Mediante moléculas especiales que emplean el lenguaje del código genético. En la práctica, sin código genético, es imposible pensar en ningún tipo de vida tal como la conocemos, de modo que es preciso que aquel exista antes de que pueda darse tal tipo de vida. 

Recordemos que en el código genético se requiere la combinación de tres bases (un codón) para codificar un aminoácido. Cómo llegó a existir tal lenguaje constituye una pregunta irritante para la evolución. ¡La sopa primordial no era una sopa de letras ni nada parecido! No es de esperar que un montón de bases de ADN, mediante cambios fortuitos, se coloquen ellas solas formando un orden codificado con sentido. Además, el sistema carecería de utilidad, y no tendría valor evolutivo de supervivencia hasta que hubiese evolucionado un sistema que emparejara los aminoácidos con el propio código.

Por otra parte, muchos evolucionistas creen que la propia existencia de un código genético casi universal indica que todos los organismos están emaprentados entre sí y que evolucionaron de un antepasado común. Según se expresa en un destacado libro de texto de biología, "la unviersalidad del código genético figura entre las pruebas más sólidas de que todos los seres vivos comparten un patrimonio evolutivo común". Las evolucionistas emplean similitudes entre células, los genes, los huesos de las extremidades, etcétera, en apoyo de la evolución; sin embargo, a poco que se piense, ello no es convincente en absoluto. Tal argumentación puede contrarrestarse fácilmente sugiriendo que todas esas similitudes son prueba de que un Creador (Dios) empleó el mismo diseño viable para producir los diversos organismos. Habría sido inusitado que hubiese ideado un montón de códigos genéticos diferentes para los diversos organismos cuando ya existía uno perfectamente viable. El argumento de las similitudes no tiene mucha significación, ni a favor ni en contra de la evolución de los organismos o de la existencia de Dios. Como ocurre invariablemente entre los seres vivos, los distintos sistemas no son simples, y así sucede también en el código genético. 


Hemos mencionado anteriormente que, para producir proteínas, ciertas moléculas especiales (las aminoacil-ARNt sintetasas) combinan el tipo adecuado de aminoácido con la clase específica de ARN de transferencia que tiene el código genético apropiado para ese aminoácido. Luego, el aminoácido y el ARN de transferencia codificado combinados se emparejan con la información codificada contenida en el ARN mensajero. Esa información procedía en su origen del ADN, y da por resultado el orden adecuado de los aminoácidos cuando se enlazan para formar una molécula de proteína en un ribosoma. Si no coinciden los código del ADN y los códigos usados por el ARN de transferencia, no se producen las protenínas que se necesitan. Una sencilla analogía es que para que un lenguaje como el código genético pueda ser útil, tanto el hablante como el oyente deben emplearlo y entenderlo. Además, cualquier tentativa de cambiar el código gradualmente significaría la muerte instantánea para cualquier organismo.

En cuanto a los lenguajes como el del código genético, no da la impresión de que aparezcan, sin más, de forma espontánea, ni en los seres vivos ni entre las cosas inanimadas, a no ser que se fomrulen a propósito. En un escendario evolutivo de desarrollo gradualo surge la pregunta de qué evolucionó antes: el complicado código contenido en el ADN o la capacidad de leerlo y de emparejar los aminoácidos con el código. No aprece que ninguna de tales cosas tuviese algún valor de supervivencia hasta que ambas hubiesen empezado a funcionar. Se necesita al menos un código de tres letras específico de ADN para cada uno de los veinte aminoácidos. Ese código tiene que emparejarse con los aminoácidos por medio de las veinte moléculas especiales específicas (las aminoacil-ARNt sintetasas) que unen los aminoácidos adecuados a los veinte tipos de ARN de transferencia que luego leen la información contenida en el ARN mensajero que provino del ADN. El sistema en su conjunto no es imple, y todo él debe funcionar correctamente para suministrar los tipos adecuados de proteínas. En realidad, el sistema es mucho más complicado que la información escueta que acabamos de presentar. Hay tantas partes asociadas con el código genético que presentan dependencias mutuas antes de poder entrar en funcionamiento que todo ello induce a pensar que alguna mente inteligente creó tanto el código como el complejo proceso que hace las proteínas. 

Ariel A. Roth, La ciencia descubre a Dios

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