DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA. Historia de un siglo de confrontación entre Dios y su pueblo (1)

DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA

Historia de un siglo de confrontación entre Dios y su pueblo (1)

¿En qué consistió el mensaje de 1888?

Foto: Ellen G. White Estate

"Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales."

1 Corintios 10.11

 

Breve resumen de los elementos esenciales y singulares del mensaje. Los lectores reconocerán que esos conceptos están en contraste con las ideas generalmente (u oficialmente) sostenidas por nuestro pueblo hoy:

1. El sacrificio de Cristo no es meramente provisional sino efectivo para el mundo entero, de modo que la unica razón por la cual alguien puede perderse es prefiriendo resistir la gracia salvadora de Dios. Para aquellos que por fin se salvarán, fue Dios quien tomó la iniciativa; en el caso de los que se pierdan, son ellos quienes tomaron la iniciativa. La salvación es por la fe; la condenación es por la incredulidad. "De cierto, de cierto os digo: el que cree en mí, tiene vida eterna." (Juan 6.47)

2. Así, el sacrificio de Cristo justificó leglamente a "todo hombre" y salvó literalmente al mundo de la destrucción prematura. Todo ser humano le debe su vida actual, tanto si cree en él como si no lo hace. Cada pan lleva la marca de su cruz. Cuando el pecador oye y cree en el evangelio en su pureza, es justificado por la fe. Los perdidos niegan deliberadamente la justificación que Cristo efectuó ya por ellos.

3. La justificación por la fe es, por lo tanto, mucho más que una declaración ilegal de su absolución: transforma el corazón. El pecador recibe ahora la expiación, que significa la reconciliación con Dios. Puesto que es imposible estar verdaderamente reconciliado con Dios y no estar a la vez reconciliado con santa ley, la única conclusión posible es que la verdadera justificación por la fe hace al creyente obediente a todos los mandamientos de Dios.

4. El ministerio del nuevo pacto realiza esa obra maravillosa cuando el Señor escribe realmente su ley en el corazón del creyente. Se desa la obediencia, y la nueva motivación trasciende el temor a perderse o la esperanza de recompensa (ambas motivaciones están contenidas en la expresión de Pablo de estar "bajo la ley). El antiguo y el nuevo pacto no son una cuestión cronológica secuencial, sino una cuestión de mentalidad. La fe de Abraham lo capacitó para vivir bajo el nuevo pacto, mientras que multitudes de cristianos viven hoy bajo el antiguo acto debido a que su motivación es una preocupación egocéntrica. El antiguo pacto consiste en la promesa hecha al pueblo, de ser fieles al Señor. Bajo el nuevo pacto la salvación viene el al creer en las promesas que Dios nos hace a nosotros, y no al hacerle nosotros promesas a él.

5. El amor de Dios es de carácter activo, no meramente pasivo. Como el buen pastor, Cristo está activamente implicado en la búsqueda de la oveja perdida. Nuestra salvación no depende de que busquemos al Salvador, sino de que creamos que él nos está buscando a nosotros. Aquellos que finalmente se pierdan es porque habrán resistido y despreciado la atracción de su amor.  Tal es la esencia de la incredulidad.

6. Por consiguiente, es difícil perderse y fácil ser salvo, si uno comprende y cree cuán buenas son las buenas nuevas. El pecado es una resistencia constante a su gracia. Puesto que Cristo pegó ya la penalidad del pecado de todo hombre, la única razón por la cual alguien puede ser condenado finalmente es por su persistente incredulidad: su negativa a apreciar la redención efectuada por Cristo en la cruz, y ministrada por él mismo como Sumo Sacerdote. El verdadero evangelio pone en evidencia esa incredulidad y lleva a un genuino arrepentimiento que prepara al creyente para el retorno de Cristo. El orgullo humano, y la adulación y lisonja dedicada a seres hmanos es una señal segura de la existencia de incredulidad, aún dentro de la iglesia.

7. En su búsqueda de la humanidad perdida, Cristo dio a todos y cada uno de los pasos, tomando sobre sí la naturaleza caída y pecaminosa del hombre en su estado posterior a la transgresión de Adán y Eva. Lo hizo así para poder ser tentado en todo como nosotros (Hebreos 4.15), y sin embargo demostrar una justicia perfecta en esa "semejanza de carne de pecado" (Romano 8.3). El mensaje de 1888 comprende el término "semejanza" como queriendo decir exactamente lo que dice: semejanza, ¡no diferencia! Justicia no es una palabra que se aplique a Adán en su esado no caído, ni a los ángeles sin pecado. Se refiere a una santidad que entró en conflicto con el pecado en carne humana caída, y que triunfió sobre él.

Así, "el mensaje de la justicia de Cristo" que Ellen Gould White apoyó de forma tan entusiasta en la época de 1888 está enraizado en esa visión concreta de la naturaleza de Cristo. Si Cristo hubiera asumido la naturaleza sin pecado de Adán antes de la caída, el término "justicia de Cristo" sería una abstracción sin sentido. Los mensajeros de 1888 vieron la teoría de que Cristo hubiera tomado la naturaleza sin pecado de Adán antes de la caída cmo un legado del romanismo, como la insignia del miserio de la iniquidad que mantiene a Cristo "alejado" y no "cercado, al alcance de la mano".

8. Así, nuestro Salvador "condenó el pecado en la carne" de la humanidad caída. Eso significa que quitó todo pretexto para el pecado. A la luz de su misterio, el pecado ya no es inevitable. Es imposible tener verdadera fe en Cristo revelada en el Nuevo Testamento y continuar en pecado. No podemos excusar el continuo pecar aduciendo que "somos sólo humanos" o que "el diablo me obligó a hacerlo". A la luz de la cruz, el diablo no puede forzar a nadie a pecar. Ser verdaderamente "humano" es ser semejante a Cristo en carácter, pues él era y es plenamente humano, tanto como divino.

9. En consecuencia, el elemento clave que precisa el pueblo de Dios a fin de prepararse para el retorno de Cristo es la genuina fe puesta de relieve en el Nuesto Testamento. Pero este es precisamente el elemento que más le falta a la iglesia. La iglesia se ve a sí misma como siendo "rica" desde el punto de vista de la doctrina y experiencia; como no teniendo necesidad de nada (ver Apocalipsis 3.14-22). Sin embargo, su pecado es básicamente una patética incredulidad. La justicia se obtiene por la fe. Es imposible tner fe y no demostrar justicia en la vida, porque la verdadera fe obra por el amor (Gálatas 5.6). Los defectos morales y espirituales son hoy el fruto de perpetuar el pecado de incredulidad del antiguo Israel, por la confusiónd erivada de una falsa justificación por la fe.

10. La justificación por al fe viene a ser partir de 1844 "el mensaje del tercer ángel en verdad". Así, se sobrepasa en mucho la enseñaza de los reformadores, y ciertamente lo que las iglesias populares entienden hoy. Es un mensaje de gracia sobreabundante, paralelo y consistente con la singular verdad adventista de la purificación del santuario celestial: una obra que implica la plena purificación de los corazones del pueblo de Dios en la tierra.

Hay otros aspectos del mensaje de 1888 tales como reformas en las áreas de la salud y la educación, pero el centro de atención en este libro (1888 Rexaminado) es el núceo central, tal como lo reconoció E.G. White: la justicia por la fe. No es verdad que el mensaje de 1888 estuviera en oposición con la organización eclesiástica, como se podrá ver en el capítulo décimo. (El capítulo lo aboradaremos en posteriores publicaciones, podéis descargarlo gratuitamente, entre otros materiales, en Libros 1888 )

¿Cuál es el significado actual del mensaje?

La historia y el mensaje de 1888 contienen la clave para la reconciliación con el Señor Jesús. La gran "expiación final" va a hacerse realidad. "Habrá un manantial abierto para la casa de David (el liderazgo de la iglesia) y para los habitantes de Jerusalén (la iglesia organizada en su conjunto), para la purificación del pecado y de la inmundicia." (Zacarías 13.1) Algunos, tal vez muchos, despreciarán y rechazarán ese manantial del que habla Zacarías, pero creemos en la sinceridad del corazón del pueblo de Dios. Cuando conozcan la verdad en su plenitud, responderán positivamente. "Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu mando", declara el salmista (Salmos 110.3). La esencia latente del adventismo ha de comprender y recibir aún verdades que ahora distingue sólo vagamente. A pesar de la oposición originada en la propia estructura eclesiástica, la conciencia adventista va a reconocier el testimonio de E. White relatico a 1888 como siendo la genuina manifestación del Espíritu de profecía, "el testimonio de Jesús". La verdad es invencible al ser recibida por corazones sinceros.

El mundo y el universo aguardan ese otro ángel que desciende del cielo"con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria". Si el plan del Señor era que el mensaje de 1888 fuese el "comienzo" de la obra de aquel ángel y el "comienzo" de la lluvia tardía, ¿puede haber algo más importante que buscar la plena verdad al respecto?.

Robert J. Wieland y Donald K. Short, 1888 Rexaminado

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