VIDA EN ABUNDANCIA (II). Evítense los conflictos laborales (II)

EVÍTENSE LOS CONFLICTOS LABORALES (II)



- Preparación para el acontecimiento

Las uniones laborales y las confederaciones del mundo son una trampa. Hermanos, no participéis en ellas, y manteneos lejos de ellas. No tengáis nada que ver con ellas. A causa de estas uniones y confederaciones, muy pronto será muy difícil para nuestras instituciones llevar a cabo su obra en las ciudades. Mi advertencia es: Salid de las ciudades. No edifiquéis sanatorios en las ciudades. Educad a los integrantes de nuestro pueblo para que salgan de las ciudades y vayan al campo, donde pueden obtener porciones pequeás de tierra y construir un hogar para ellos y sus hijos.

Nuestros restaurantes deben estar en las ciudades, porque de otro modo los obreros que trabajan en ellos no podrían alcanzar a la gente y enseñarles los principios que rigen la vida sana. Y por ahora tenemos que utilizar salones de reuniones en las ciudades. Pero dentro de no mucho tiempo habrá tal contienda y confusión en las ciduades, que aquellos que deseen salir de ellas no podrán hacerlo. Debemos estar preparados para los acontecimientos. Esta es la luz que el cielo me ha dado. 

-Para mantener nuestra individualidad. 

Durante años se me han dado instrucciones especiales según las cuales no debemos centralizar nuestra obra en las ciudades. Los disturbios y la confusión que llenan esas ciudades, las condiciones producidas por las uniones laborales y las huelgas, constituirán un gran estorbo para nuestra obra. Los hombres están buscando poner bajo el control de ciertas uniones a los que trabajan en diferentes oficios. Esto no es el plan de Dios, sino que es el plan de un poder que no deberíamos recnocer de ningún modo. La Palabra de Dios se está cumpliendo. Los impíos se están uniendo en atados listos para ser quemados.

Debemos utilizar ahora todas las facultades que se nos han confiado para dar el último mensaje de amonestación al mundo. En esta hora debemos mantener nuestra individualidad. No hemos de unirnos con sociedades secretas ni con uniones laborales. Debemos permanecer libres en Dios, y volvernos constantemente a Cristo en busca de instrucción. Debemos realizar todos nuestros movimientos con la comprensión de la importancia de la obra que debe cumplirse para Dios. 

-Desprecio al decálogo.

Estas uniones constituyen una de las señales de los últimos días. Los hombres están siendo unidos en atados listos para ser quemados. Puede ser que sean miembros de la iglesia, pero mientras pertenezcan a eas uniones, no pueden guardar los mandamientos de Dios, porque pertenecer a esas uniones significa despreciar todo el Decálogo.

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." (Lucas 10.27). Estas palabras resumen todo el deber del hombre. Implican la consagración de todo el ser: el cuerpo, el alma y el espíritu, al servicio de Dios. ¿Cómo pueden los hombres obedecer estas palabras, y al mismo tiempo prometer apoyar aquello que priva a su prójimo de la libertad de acción? ¿Y cómo pueden los hombres obedecer estas palabras, y formar combinaciones que privan a las clases más pobres de las ventajas que les pertenecen con justicia, y les impiden comprar o vender, a no ser bajo ciertas condiciones?

Los que pretender ser hijos de Dios en ningún caso deberían unirse a las uniones laborales que se están formando o que se formarán. El Señor lo prohibe. ¿No pueden ver aquellos que estudian las profecías lo que hay delante de nosotros?

De la ciudad al campo

 

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