LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO. Cristo y su justicia (III) ¿ Es Cristo Dios? "YO SOY EL QUE SOY"
CRISTO Y SU JUSTICIA (III)
¿ES CRISTO DIOS?
"YO SOY EL QUE SOY"
Eso fue también lo que enseñó a sus discípulos. Cuando Felipe le dijo a Jesús, "Muéstranos el Padre y nos basta", Jesús le dijo: "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido Felipe? El que me ha visto a mí, ha bisto al Padre. ¿Cómo dices muéstranos al Padre?" (Juan 14.8-9). Eso tiene la misma contundencia que la declaración: "Yo y el Padre somos uno" (Juan 10.30). Tan completamente era Cristo Dios, incluso cuando estando todavía aquí entre los hombres, que cuando le pidieron que mostrara al Padre, le bastó con decir, "miradme a mí". Y eso trae a la mente aquella frase con la que el Padre introducie al Unigénito: "Adórenle todos los ángeles de Dios" (Hebreos 1.6). Cristo era digno de homenaje, no sólo cuando estaba compartiendo la gloria con el Padre antes que el mundo fuera; cuando se hizo un bebé en Belén, también entonces ordenó a todos los ángeles de Dios que lo adoraran.
Los judíos no malinterpretaron la enseñanza de Cristo acerca de sí mismo. Cuando afirmó que era uno con el Padre, los judíos tomaron piedras para apedrearlo; y cuando les preguntó por cuál de sus buenas obras lo querían apedrear, contestaron: "No queremos apedrearte por buena obra, sino por blasfemia; porque tú siendo hombre, te haces Dios" (Juan 10.33). Si él hubiera sido lo que ellos consideraban, un simple hombre, sus palabras hubieran sido en verdad blasfemia. Pero era Dios.
El objetivo de Cristo al venir a la tierra fue el revelar a Dios a los hombres para que pudiesen venir a él. Por eso dice el apóstol Pablo que "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Corintios 5.19); y en Juan leemos que el Verbo, que era Dios, se "hizo carne" (Juan 1.1 y 14). En el mismo contexto, se especifica: "A Dios nadie lo vio jamás. El Hijo único, que es Dios, que está en el seno del Padre, él lo dio a conocer" (Juan 1.18).
Observemos la expresión: "El Hijo único, que está en el seno del Padre". Tiene allí su morada, y está allí como parte de la Divinidad, tan ciertamente cuando estaba en la tierra como estando en el cielo. El uso del tiempo presente implica existencia continua. Presenta la misma idea que encierra la declaración de Jesús a los judíos (Juan 8.58): "Antes que Abraham existiera, yo soy". Y eso demuestra una vez más su identidad con Aquel que se le apareció a Moisés en la zarza ardiento, quien declaró su nombre en los término: "YO SOY EL QUE SOY".
Finalmente, tenemos las palabras inspiradas del apóstol Pablo concernientes a Jesucristo: "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Colosenses 1.19). En el siguiente capítulo se nos dice en qué consiste esa plenitud que habita en él: "En Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 2.9). Ese es el testimonio más absoluto e inequívoco del hecho de que Cristo posee por naturaleza todos los atributos de la Divinidad. La divinidad de Cristo vendrá a ser un hecho prominente a mediad que procedamos a considerar a Cristo como Creador (próxima publicación en LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO)
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