DIOS Y CIENCIA. EL ORIGEN DE LA VIDA (I) Los microbios (II)

EL ORIGEN DE LA VIDA (I)

Los microbios (II)


Los microbios (I): enlace

En 1861 Semmelweis publicó los resultados de su estudio sobre cómo prevenir la fiebre puerperal. Cuando lo envió a muchos médicos de Europa, no fue bien acogido. La comunidad profesional pensaba que su idea había quedado desacreditada. Cada mez más preocupado por la cantidad de madres jóvenes que morían, difundió opúsculos acusatorios en los que denunciaba a los responsables de la transmisión de la enfermedad. Al aumentar la depresión de Semmelweis, su esposa se resignó por fin a que lo internaran en un manicomio, donde el médico falleció dos semanas después, uniéndose a miles de madres que fueron también mártires por causa de las mentes cerradas y el prejuicio. La resistencia a la verdad puede ser formidable. Afortunadamente, algunos años después la ciencia médica reconoció que Semmelweis tenía razón, y ahora se respeta su memoria por haber sido un pionero en la victoria sobre la mortal fiebre puerperal. 

Lo que no sabían ni Semmelweis ni sus contemporáneos era que un minúsculo ser vivo, un microbio, relacionado con los que causan la faringitis estreptocócica y la escarlatina, causa la fiebre puerperal. Algunos científicos habían empezado a descubrir el mundo de los organismos diminutos, pero nadie había establecido aún una relación sólida entre los microbios y las enfermedades contagiosas. Ahora, gracias a los espectaculares progresos de la ciencia, sabemos qué microbio (germen) causa qué enfermedad, y, con frecuencia, los investigadores pueden escribir muchos libros sobre un único microbio.
FOTO:
Centers for Disease Control and Prevention
Los microbios son sumamente complicados. Uno de los ejemplos más estudiados es ESCHERICHIA COLI, que se halla en el tracto digestivo de los seres humanos y los animales, así como también en el suelo. Aunque normalmente es un microbio inofensivo, algunas variedades son gérmenes temibles. Es un organismo diminuto en forma de vara, tan pequeño que harían falta quinientos, puestos uno a continuación de otro, para hacer un milímietro. Aunque es microscópico, hemos descubierto que es sumamente complicado. Por fuera, cada microbio tiene de cuatro a diez filamentos alargados en espiral (flagelos) que sobresalen del cuerpo y que dan vueltas para propulsar el organismo. 

(Video: motor del flagelo bacteriano) 
Los investigadores han estudiado exhaustivamente el motor que hay en la base de los flagelos, y constituye un buen ejemplo de la idea de "complejidad irredicuble". En su interior, aproximadamente las dos terceras partes del microbio consisten en unos cuarenta mil millones de moléculas de agua. Dejando un lado estas moléculas simples de agua, la composición de las moléculas orgánicas es de una complejidad asombrosa. Con el término "complejidad" nos referimos a elementos que, para funcionar debidamente, son mutuamente dependientes, no simplemente a muchas partes no relacionadas entre sí. 

El ADN (ácido desoxirribonucleico) de una célula es el centro de información que dirige las actividades de la célula, pues contiene la fórmula genética que en el caso de la ESCHERICHIA COLI codifica más de cuatro mil tipos de moléculas proteínicas. El ADN es una fina espiral filiforme de ácido nucleico tan larga que tiene que plegarse muchas veces para que quepa en el microbio. ¡De hecho, es ocho veces más larga que el propio microbio! Cómo se las arregla el organismo para acceder a toda su información genética aturde a la imaginación. 

Moléculas de proteínas, hidratos de carbono (polisacáridos), lípidos (sustancias grasas) y otras sustancias especiales forman parte de unos cinco mil tipos de moléculas, la mayoría de las cuales están replicadas muchas veces, hasta alcanzar un total de varios cientos de millones de moléculas especiales en un solo microbio.

Que algo sea pequeño no significa que sea simple. 

Ariel A. Roth. La Ciencia descubre a Dios 

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