UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. JESÚS TRIUNFÓ SOBRE LA MUERTE. Venció a Satanás y las potestades de las tinieblas.
JESÚS TRIUNFÓ SOBRE LA MUERTE
Venció a Satanás y a las potestades de las tinieblas
Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque JEHOVÁ lo ha dicho.
Isaías 25.8
Había
transcurrido lentamente la noche del primer día de la semana. Había llegado la
hora más sombría, precisamente antes del amanecer. Cuando estaba todavía preso
en su estrecha tumba. La gran piedra
estaba en su lugar; el sello romano no había sido roto; los guardias romanos
seguían velando. Y había vigilantes invisibles.
Huestes de malos ángeles se cernían sobre el lugar. Si hubiese sido
posible, el príncipe de las tinieblas, con su ejército apóstata, habrían
mantenido para siempre sellada la tumba que guardaba al Hijo de Dios.
Pero
un ejército celestial rodeaba al sepulcro. Ángeles excelsos en fortaleza
guardaban la tumba, y esperaban para dar la bienvenida al Príncipe de la vida.
“Y
he aquí que fue hecho un gran terremoto; porque un ángel del Señor descendió
del cielo.” Revestido con la panoplia de Dios, este ángel dejó los atrios
celestiales. Los resplandecientes rayos de la gloria de Dios le precedieron e
iluminaron su senda. “Su aspecto era como un como un relámpago, y su vestido
blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas se asombraron y fueron vueltos
como muertos.” El rostro que miran no el rostro de un guerrero mortal; es la
faz del más poderoso ángel de la hueste del Señor. Este mensajero es el que
ocupa la posición de la cual cayó Satanás. La tierra tiembla al acercarse,
huyen las huestes de las tinieblas y, mientras hace rodar la piedra el cielo
parece haber bajado a la tierra. Los soldados le ven quitar la piedra como si
fuese un canto rodado, y le oyen clamar: HIJO DE DIOS, SAL AFUERA; TU PADRE TE
LLAMA. Y le oyeron proclamar sobre el sepulcro abierto: YO SOY LA RESURRECCIÓN
Y LA VIDA. Mientras sale con majestad y gloria, la hueste angélica se postra en
adoración delante del Redentor y le da la bienvenida con cantos de alabanza.
Un
terremoto señaló la hora en que Cristo depuso su vida, y otro terremoto indicó
el momento triunfante la volvió a tomar. El que había vencido la muerte y el
sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la
tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno.
Cuando
vuelva de nuevo a la tierra, sacudirá “no solamente la tierra, mas aún el cielo”
“Temblará la tierra vacilando como un borracho, y será removida como una choza.”
“Plegarse han los cielos como un libro;” “Los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas.” “Mas
Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel”
Al
morir Jesús, los soldados habían visto la tierra envuelta en tinieblas al
mediodía; pero en ocasión de la resurrección vieron el resplandor de los
ángeles iluminar la noche, y oyeron a los habitantes del cielo cantar con
grande gozo y triunfo: ¡Has vencido a Satanás y las potestades de las
tinieblas; has absorbido la muerte por la victoria! El decreto del Cielo había
librado al cautivo.
Cuando
la voz del poderoso ángel fue oída junto a la tumba de Cristo, diciendo: “Tu
Padre te llama”. El Salvador salió de la tumba por la vida que había en él.
Quedo probada la verdad de sus palabras: “YO PONGO MI VIDA, PARA VOLVERLA A
TOMAR.” Entonces se cumplió la profecía que había hecho a los sacerdotes y
príncipes: “Destruiré este templo, y en tres días lo levantaré.”
Sobre
la tumba abierta de José, Cristo había proclamado triunfante: YO SOY LA
RESURRECCIÓN Y LA VIDA. Únicamente la Divinidad podía pronunciar estas
palabras.
E.G.White, El Deseado de Todas las Gentes
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