VIDA EN ABUNDANCIA (I). Como en los días de Noé

COMO EN LOS DÍAS DE NOÉ


Sentado sobre el monte de los Olivos, Jesús instruyó a sus discípulos acerca de las señales que precederían su segunda venida: "Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre." (Mateo 24.37-39)

En nuestros días existen los mismos pecados que acarrearon los juicios de Dios sobre el mundo en la época de Noé. En la actualidad, tanto hombres como mujeres se exceden tanto en la comida y en la bebida que terminan en glotonería y borrachera. Este pecado prevaleciente de la indulgencia del apetito pervertido, inflamó las pasiones de los seres humanos en los días de Noé y los condujo a una corrupción generalizada. La violencia y el pecado alcanzaron hasta el cielo. Finalmente esta corrupción moral fue barrida de la tierra mediante las aguas del diluvio.

Los mismos pecados de glotonería y ebriedad entorpecieron las sensibilidades de los habitantes de Sodoma de tal modo que el crimen parecía ser el deleite d elos hombres y mujeres de esa ciudad malvada. Por eso Cristo amonestó al mundo así: "Así mismo sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día ne que el Hijo del Hombre se manifieste." (Lucas 17.28-30)

Aquí Cristo nos ha dejado una lección importantísima. Expone ante nosotros el peligro de transformar la comida y la bebida en lo más importante. Nos presenta los resultados de la complacencia irrestringida de los apetitos. Las facultades morales se debilitan de modo que el pecado no aparece pecaminoso. El crimen se considera livianamente y la pasión controla la mente hasta que se desterran los principios e impulsos nobles, y Dios es blasfemado. Todo esto es el resultado de comer y beber en exceso. Cristo dclara que estas serán exactamente las condiciones existentes durante el tiempo de su segunda venida.


El Salvador nos presenta un objetivo más elevado por el cual trabajar que la mera preocupación acerca de qué comeremos o qué beberemos o con qué nos cubriremos. La comida, la bebida y el vestido se llevan hoy a tales excesos que se transforman en crímenes. Se encuentran catalogados entre los los hábitos distintivos de los útlimos días, y constituyen una señal de la pronta venida de Cristo. El tiempo, el dinero y las energías, que pertenecen a Dios, y que él nos ha confiado, se desperdician en los excesos del vestido y en los lujos destinados a complacer el apetito pervertido, que menoscaban la vitalidad y acarrean sufrimiento y corrupción. 

Es imposible que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo a Dios cuando llenamos continuamente de contaminación y enfermedad por causa de nuestra propia complecencia pecaminosa. Se debe instruir a la gente acerca de cómo comer y ebebr y vestir de modo que se promueva la buena salud. La enfermedad es el resultado de la violación de las leyes naturales. La obediencia a las leyes de Dios es nnuestro primer deber, y es algo que le debemos a Dios, a nosotros mismos y a nuestros semejantes. En esos preceptos están incluidas las leyes de la salud.   

Consejos sobre la salud. 

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