LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO. ¿Es Cristo un ser creado? Tiene vida en sí mismo

CRISTO Y SU JUSTICIA (V)

¿ES CRISTO UN SER CREADO? 

TIENE VIDA EN SÍ MISMO



El hecho es que Cristo es el único Hijo de Dios, y no un ser creado. Posee por herencia un nombre más sublime que el de los ángeles; "Cristo, como hijo, es fiel sobre la casa de Dios" (Hebreos 1.4; 3.6). Y puesto que es el único Hijo de Dios, es la misma sustancia y naturaleza de Dios y posee de forma innata todos los atributos de Dios; porque al Padre agradó que su Hijo fuese la imagen expresa de su Persona, el resplandor de su gloria, y lleno con la plenitud de la divindiad. Por consiguiente, tiene "vida en sí mismo"; posee la inmortalidad por derecho propio, y puede conferirla a otros. La vida es en él inherente, así que no puede serle arrebatada; ahora bien, habiéndola entrgado voluntariamente, la puede volver a tomar. Estas son sus palabras: "Por eso me ama el Padre, porque yo doy mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mí mismo. Tengo poder para darla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandato recibí de mi Padre" (Juan 10.17-18)
 
Si alguien vuelve a entregarse a la antigua cavilación de cómo es posible que Cristo sea inmortal y sin embargo muriese, solo tenemos que decirle que no sabemos. No pretendemos comprenderlo todo sobre lo infinito. No pdemos entender cómo Cristo pudo ser Dios en el principio, compartiendo la misma gloria con el Padre, antes de que el mundo fuera, y sin embargo nacer como un bebé en Belén. El misterio de la crucifixión y la resurrección no es sino el misterio de la encarnación. No podemos entender cómo Cristo puede ser Dios, y sin embargo hacerse hombre por nuestro bien. No podemos entender cómo pudo crear el mundo de la nada, ni cómo puede resucitar a los muertos ni siquiera la manera en la que obra por su Espíritu en nuestros corazones; sin embargo creemos y reconocemos esas cosas. Debiera ser suficiente para nosotros aceptar como verdad aquello que Dios ha revelado, sin tropezar sobre cosas que ni siquiera la mente de un ángel puede comprender. Por lo tanto, nos deleitamos en el poder infinito y la gloria que las Escrituras declaran que Cristo posee, sin inquietar nuestra mente finita en vanos intentos de explicar lo infinito. 

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