DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA. Dios elige a los mensajeros

DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA

Historia de un siglo de confrontación entre Dios y su pueblo (11)

DIOS ELIGE A LOS MENSAJEROS

"Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales."

1 Corintios 10.11

En aquel mismo año de 1882, E.G. Waggoner inició un programa de formación que evidenciaba estar bajo la especial conducción del Espíritu Santo. Se lo estaba preparando para ser el agente de una obra especial. Años más tarde describió así su experiencia:

"Comencé realmente a estudiar la Biblia hace treinta y cuatro años (1882). En aquel tiempo Cristo me fue presentado claramente como habiendo sido crucificado por mí. Un sombrío sábado de tarde estaba yo sentado un poco a parte de la mayoría de la congregación en una gran tienda, en una reunión campestre en Healdsburg (California). No tengo ni idea de cuál era el tema del discurso. Nunca he podido recordar una sola palabra o texto de él. Todo cuanto puedo recordar es lo que vi. De repente brilló una luz alrededor, y la tienda se iluminó mas intensamente que si el propio sol del medio dia estuviera brillando allí, y vi a Cristo colgado de la cruz, crucificado por mí. En aquel momento tuve mi primera convicción profunda, que me vino como diluvio sobrecogedor, de que Dios me amaba, y de que Cristo murió por mí. Dios y yo éramos los únicos seres en todo el universo de quienes tenía conciencia. Entonces supe, porque estaba ante mi vista, que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo; yo era el mundo entero con todo su pecado. Estoy seguro de que la experiencia de Pablo en el camino a Damasco no fue más real que la mía... Resolvía inmediatamente estudiar la Biblia a la luz de aquella revelación, a fin de poder ayudar a otrs a ver la misma verdad. Siempre he creído que cada parte de la Biblia tiene por fin establcer con mayor nitidez esa gloriosa revelación (Cristo crucificado)" (Carta 16 mayo 1916, escrita poco antes de su muerte repentina).

En aquellos mismos años que precedieron a 1888, el Señor estaba preparando al compañero de Waggoner. El mensaje de la verdad encontró a A.T.Jones en las filas del ejército de Estados Unidos. Aunque sin haber recibido instrucción formal estudiaba noche y día, atesorando gran cantidad de conocimiento bíblico e histórico. J.S. Washburn, que lo conoció personalmente, nos lo descirbió como una persona humilde, ferviente y de sentimientos profundos. Sus oraciones daban testimonio de que conocía al Señor (Entrevista con J.S. Washburn, 4 de junio 1950).

En el joven se conjugaban el agudo intelecto y una fe cálida, sencilla como la de un niño. En los años en que fue usado por Dios, fue poderoso en la palabra y en el ministerio personal. En los años inmediatamente siguientes a 1888 hubo demostraciones significativas del Espíritu de Dios obrando por su intermedio, incluyendo un ministerio especial en Washington, en el Senado de los Estados Unidos, para derrotar la ley dominical de Blair. De hecho, el presente siglo de libertad religiosa que ha disfrutado el pueblo americano es un legado de los eficaces esfuerzos (no reconocidos ni honrados hoy) a Jones y Waggones, en su oposición a la intolerancia religiosa en sus días.

El espíritu de Dios estaba ciertamente preparando a esos dos jóvenes para que trajeran a la iglesia remanente y al propio mundo el "comienzo" del largamente esperado fuerte pregón: 
"En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones. Este mensaje tenía que presentar en forma más destacada ante el mundo al sublima Salvador, el sacrificio por los pecados del mundo entero... Dios dio a sus mensajeros precisamente lo que nuestro pueblo necesitaba" (1895, Testimonios para los ministros, p.91 y 95).

Durante ocho años después de 1888, E.White se refirió frecuentemente a esos dos jóvenes como a los "mensajeros del Señor"m apoyándolos con palabras que a nadie más dedicó. Hay entre 200 y 300 declaraciones entusiastas de parte de ella. En 1890 declaró:
Imaginad que no hubiera existido el testimonio presentado en estos últimos dos años, proclamando la justicia de Cristo. ¿A quién podríais señalar entonces como portador de luz especial para el pueblo?" (Review and Herlad, 18 de marzo 1890)
En 1888 E. White había dicho:
"Dios está presentando a mentes de hombres divinamente escogidos preciosas gemas de verdad apropiada para nuestros tiempo" (MS. 8a, 1888, A.V. Olson, Through Crisis to Victory, p. 279; en lo sucesivo Olson; también en The 1888 Ellen G. White Materials, p.139).
"El mensaje que nos han dado A.T. Jones y E.J. Waggoner es el mensaje de Dios a la iglesia de Laodicea" (Carta S24, 1892; también en The 1888 Ellen G. White Materials, p.1052).
Al oir por primera vez el mensaje de Waggoner, E. White percibió inmediatamente su verdadero significado. Era una revelación especial para la iglesia y para el mundo:
"Se me ha preguntado: ¿Qué piensa de esa luz que estos hombres están presentando?- Pues pienso que la he estado presentando en los últimos cuarenta y cinco años; los encantos incomparables de Cristo. Es lo que he estado tratando de presentar ante vuestras mentes. Cuando el hermano Waggoner trajo esas ideas a Minneapolis, fue la primera vez que oía claramente esa enseñanza expresada por labios humanos, a excepción de conversaciones que había mantenido con mi esposo. Me dije: lo veo tan claramente debido a que DIos me lo ha presentado en visión, y ellos no lo pueden ver por no haberles sido presentado como amí; y cuando otro la presentó, cada fibra de mi corazón decía: AMÉN" (Ms. 5, 1889; también The 1888 Ellen G. White Materials, p.349).
Haciendo un símil con nuestra moderna tecnología, percibió que el mensaje era la transmisión que aplicaría a las ruedas la fuerza del motor. Durante "cuarenta y cinco años" E. White había estado haciendo girar el motor, pero la fuerza capaz de completar la comisión evangélica no se estaba materializando en un avance decidido. Comprendía ahora que el nuevo mensaje, que complementaba al antiguo, iba a preparar realmente al pueblo de aquella generación apra la venida del Señor. ¡No es tan extraño que se sintiera feliz!

 Robert J. Wieland y Donald K. Short, 1888 Reexaminado 
 


 
 

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