DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA. Crecimiento versus progreso
DESCUBRIENDO NUESTRA HISTORIA
Historia de un siglo de confrontación entre Dios y su pueblo (8)
CRECIMIENTO VERSUS PROGRESO
"Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales."
1 Corintios 10.11
Lo que dificultó aún más la comprensión de nuestra condición espiritual fue el hecho de que la iglesia estaba prosperando numéricamente, en finanzas y en prestigio. Eso se reflejó en su sólido fortalecimiento como institución, en su organización y en su solvencia financiera. El movimiento que nació desde la insignificancia y frente a la burla del mundo por el chasco de 1844, había alcanzado el estatus de denominación estable y respetada. Teníamos lo que era ampliaente reconocido como la mejor institución de salud del mundo, y una de las casas editoras de contenido religioso más avanzadas en "occidente".
Por descontado, no se puede poner reparo alguno a ese progreso material. La mayor parte de los avances se estaban logrando a instancias de la depositaria del donde profecía. Era correcto y apropiado que se fundaran instituciones, que la obra se expandiera por nuevos territorios, y que se establecieran iglesias en todo lugar. Pero tanto pastores como laicos interpretaron ese crecimiento como un sustituto del verdadero fin y propósito del movimiento adventista: la preparación espiritual para el retorno de Cristo. El resultado fue la confusión, y comenzó a florecer la complaciente autoestima, evidente en los informes semanales de la REVIEW & HERALD en alusión al "progreso de la causa.
El espíritu que evidencian esos informes de "progreso" contrasta con los fervorosos mensajes de consejo que E. White estaba enviando por aquel tiempo. Muchos de los hermanos expresaban un optimismo imperturbable referido al avance de la obra. No hay duda de que Dios estaba al mando, y de que aquel movimiento era el suyo. Pero la inspiración y la historia insisten en que el rasgo más destacable de la "obra" no era su progreso material, sino su falta de madurez espiritual.
El propósito primario del movimiento adventista ha sido siempre el desarrollo de un carácter semejante al de Cristo en un remanente que reivindique su sacrificio. Ningún otro grupo de fieles en toda la historia se ha comprometido con un nivel tal de madurez en su experiencia, simbolizado en la Escritura por la novia que finalmente se ha "preparado" (Apocalipsis 19.7). Habiendo vencido las reincidencias de todas las generaciones pasadas, ese remanente final vendrá a constituir la población de la "Nueva Jerusalén". Su carácter demostrará los resultados prácticos de la purificación del santuario celestial. El plan de la salvación alcanzará su culminación, y quedarán por siempre respondidas las cuestiones y objeciones de Satanás y sus huestes. El propio universo no caído resultará reafirmado al contemplar esa grandiosa demostración del completo éxisto del plan de salvación en su hora final. El evangelio demostrará ser "poder de Dios para salvación" (Romanos 1.16).
Ligado al logro de ese objetivo primario va la consecución de otro secundario: la terminación del programa evangélico en la misión mundial. La escritura presenta este segundo objetivo como algo virtualmente asegurado, una vez logrado el principal (Marcos 4.26-29; Apocalipsis 14.15; Juan 13.35).
Si el amor al yo no nos hubiera cegado, la comprensión de la verdad de los mensajes de los tras ángeles habría asegurado hace tiempo un auténtico progreso en el logro de ese objetivo primario de semejanza con el carácter de Cristo. En lugar de eso, lo que ha habido es un progreso imaginario en el cumplimiento del objetivo secundario.
(...)
"El éxito financiero de este vasto movimiento denominacional no puede ser mayor que la fe y celo que animan al pueblo escogido de Dios. Esos recursos combinados, bajo el mando del Capitán de las huestes del Señor, llevarán al gran movimiento adventista mundial al pronto triunfo." (Informe financiero nº 37, Asociación General, 31 de diciembre 1948, p. 9).
Dicho de otro modo: ¡Los registros estadísticos son la forma de medir la fe y el celo del pueblo escogido de Dios! Se puede alegar que la declaración precedente representa un ejemplo extremo y extinguido. Quizá. Pero ilustra la mentalidad predominante de la época, y que es posible reconocer aún hoy ampliamente. El lenguaje de nuestra percepción: "Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad". ¡pero el Autor y consumador de la fe afirma lo contrario!
Esa era la condición espiritual de la iglesia que rpecedió a la asamblea de la Asociación General de 1888. La mensajera del Señor había deplorado vez tras vez el amor al yo dolorosamente evidenciado en aquella omnipresente tibieza. Hizo denodados esfuerzos por ayudar, "enviándonos" mensajes de ferviente súplica en 1888, mensajes que tenían por fin motivar a pastores y laicos a que recuperaran el profundo y sincero amor por Jesús que casi se había desvanecido. Se empleó a fondo, pero por alguna razón los llamamientos cayeron en su mayoría en oídos sordos, y no tuvieron éxito.
Robert J. Wieland y Donald K. Short, 1888 Reexaminado
Comentarios
Publicar un comentario