UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. Cristo explica el plan de redención a los ángeles

CRISTO EXPLICA EL PLAN DE REDENCIÓN A LOS ÁNGELES

El único plan que podía asegurar la salvación del hombre afectaba a todo el cielo en su infinito sacrificio. Los ángeles no podían regocijarse mientras Cristo les explicaba el plan de redención, pues veían que la salvación del hombre iba a costar indecible angustia a su amado Jefe. Llenos de asombro y pesar, le escucharon cuando les dijo que debería bajar de la pureza, paz, gozo, gloria y vida inmortal del cielo, a la degradación de la tierra, para soportar dolor, vergüenza y muerte. Se interpondría entre el pecador y la pena del pecado, pero pocos le recibirían como el Hijo de Dios. Dejaría su elevada posición de Soberano del cielo para presenterse en la tierra, y humillándose como hombre, conocería por su propia experiencia las tristezas y tentaciones que el hombre habría de sufrir. Todo esto era necesario para que pudiese socorrer a los que iban a ser tentados. (Hebreos 2.18). Cuando hubiese terminado su misión como maestro, sería entregado en manos de los impíos y sometido a todo insulto y tormento que Satanás pudiera inspirarles. Sufriría la más cruel de las muertes, levantado en alto entre la tierra y el cielo como un pecador culpable. Pasaría largas horas de agonía, que los ángeles se habrían de velar el rostro para no ver semejante escena. Mientras la culpa de la transgresión y la carga de los pecados del mundo pesaran sobre él, tendría que sufrir angustia del alma y hasta su Padre ocultaría de él su rostro. 

Los ángeles se postraron de hinojos ante su Soberano y se ofrecieron por el hombre. Pero la vida de un ángel no podía satisfacer la deuda; solamente Aquel que había creado al hombre tenía poder para redimierlo. No obstante, los ángeles iban a tener una parte que desempeñar en el plan de redención. Cristo iba a ser hecho "un poco inferior a los ángeles, para que gustase la muerte." (Hebreos 2.9). Cuando adoptara la naturaleza humana, su poder no sería semejante al de los ángeles, y ellos habrían de servirle, fortalecerle y mitigar su profundo sufrimiento. Asimismo, los ángeles habrían de ser espíritus auxiliadores, enviados para ayudar a los que fuesen herederos de la salvación. (Hebreos 1.14). Guardarían a los súbditos de la gracia del poder de los malos ángeles y de las tinieblas que Satanás esparciría constantemente alrededor de ellos.

Cuando los ángeles presenciaran la agonía y humillación de su Señor, se llenarían de dolor e indignación, y desearían librarlo de sus verdugos; mas no debían interponerse para evitar lo que vieran. Era parte del plan de la redención que Cristo sufriese el escarnio y el abuso de los impíos; y él mismo consintió en todo esto al convertirse en Redentor del hombre. 

Cristo aseguró a los ángeles que mediante su muerte iba a rescatar a muchos, destruyendo al que tenía al imperio de la muerte. Iba a recuperar el reino que el hombre había perdido por su transgresión, y que los redimidos habrían de heredar juntamente con él, para morar eternamente allí. El pecado y los pecadores iban a ser exterminados, para nunca más perturbar la paz del cielo y de la tierra. Pidió a la hueste angélica que concordarse con el plan que su Padre había aceptado, y que se regocijasen en que mediante su muerte el hombre caído podría reconciliarse con Dios. 

Entonces un indecible recogijo llenó el cielo. La gloria y la bendición de un mundo redimido excedió a la misma angustia y al sacrificio del Príncipe de la vida. Por todos los atrios celestiales repercutieron los acordes de aquella dulce canción que más tarde habría de oírse sobre las colinas de Belén: "Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres." (Lucas 2.14). Ahora con una felicidad más profunda que la producida por el deleite y entusiasmo de la nueva creación, "las estrellas todas del alba alababan y se regocijaban todos los hijos de Dios."(Job 38.7)

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