5. BUENAS NUEVAS. El Señor, nuestra justicia (2)

BUENAS NUEVAS

El Señor, nuestra justicia (2)


"Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6.33)

Para publicaciones anteriores ver etiquetas: Cristo y su Justicia y Las Buenas Nuevas del Evangelio.

Vamos a leer ahora la clara declaración bíblica de cómo se concede la justicia.
El apóstol Pablo, tras haber probado que todos pecaron y que están destituidos de la gloria de Dios, de forma que por las obras de la ley ninguno será justificado ante él, prosigue afirmando que somos "justificados -hechos rectos- gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús; a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para mostrar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados cometidos anteriormente, con la mira de mostrar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom. 3:24-26).

"Siendo justificados gratuitamente". ¿De qué otra manera podía ser? Puesto que los mejores esfuerzos de un hombre pecaminoso no tienen el menor efecto en cuanto a producir justicia, es evidente que la única manera en la que es posible obtenerla es como un don. En Romanos 5:17 Pablo la presenta claramente como un don: "Porque, si por el delito de uno reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, por Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don gratuito de la justicia". Es debido a que la justicia es un don, por lo que la vida eterna –que es la recompensa de la justicia– es el don de Dios mediante Cristo Jesús Señor nuestro.

 Cristo ha sido establecido por Dios como el Único a través de quien puede obtenerse el perdón de los pecados; y este perdón consiste simplemente en la declaración de su justicia (que es la justicia de Dios) para remisión de los pecados. Dios, "que es rico en misericordia" (Efe. 2:4), y que se deleita en ella, pone su propia justicia sobre el pecador que cree en Jesús, como sustituto por sus pecados. Se trata de un intercambio extremadamente beneficioso para el pecador. Y no es pérdida para Dios, ya que es infinito en santidad, y es imposible que la fuente resulte esquilmada.

 La Escritura que acabamos de considerar (Rom. 3:24-26) no es sino otra forma de exponer la idea contenida en los versículos 21 y 22, en el sentido de que por las obras de la ley nadie será justificado. El apóstol añade: "Pero ahora, aparte de toda la ley, la justicia de Dios se ha manifestado respaldada por la Ley y los Profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él". Dios pone su justicia sobre el creyente, lo cubre con ella para que su pecado no aparezca más. Entonces el que ha sido perdonado puede exclamar con el profeta:

"En gran manera me gozaré en el Eterno, me alegraré en mi Dios; porque me vistió de vestidos de salvación, me rodeó de un manto de justicia, como a novio me atavió, como a novia ataviada de sus joyas" (Isa. 61:10).

E.J.Waggoner, Cristo y su justicia

Comentarios

Entradas populares