6. ALIENTOS DE VIDA ETERNA. Diligentes y perseverantes

ALIENTOS DE VIDA ETERNA

Diligentes y perseverantes


Si consultamos nuestras dudas y temores, o antes de tener fe procuramos resolver todo lo que no veamos claramente, las perplejidades no harán sino acrecentarse y ahondarse. Pero si nos allegamos a Dios sintiéndonos desamparados y necesitados, como realmente somos, y con fe humilde y confiada presentamos nuestras necesidades a Aquel cuyo conocimiento es infinito y que ve toda la creación y todo lo gobierna por su voluntad y palabra, Él puede atender a nuestro clamor, y hará resplandecer la luz en nuestro corazón. Por la oración sincera nos pondremos en comunicación con la mente del Infinito. Quizás no tengamos al instante alguna prueba notable de que el rostro de nuestro Redentor se inclina hacia nosotros con compasión y amor; y sin embargo es así. Tal vez no sintamos su toque manifiesto, mas su mano se extiende sobre nosotros con amor y piadosa ternura.

Cuando imploramos misericordia y bendición de Dios, debemos tener un espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón. ¿Cómo podemos orar: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores," y abrigar, sin embargo un espíritu que no perdona? Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos perdonar a otros como espereramos ser perdonanos nosotros.

La perseverancia en la oración ha sido constituida en condición para recibir. Debemos orar siempre si queremos crecer en fe y experiencia. Debemos ser "perseverantes en la oración." "Perseverdad en la oración, velando en ella, con acciones de gracia." El apóstol Pedro exhorta a los cristianos a que sean "sobrios, y vigilantes en las oraciones." El apóstol Pablo aconseja: "En todas las circunstancias, por medio de la oración y la plegaria, con acciones de gracias, dense a conocer vuestras peticiones a Dios. Dice Judas [no Judas Iscariote]: "Vosotros empero, hermanos,... orando en el Espíritu Santo, guardaos en el amor de Dios." Orar sin cesar es mantener una unión continua del alma con Dios, de modo que la vida de Dios fluya a la nuestra, y de nuestra vida la pureza y la santidad refluyan a Dios. 

Es necesario ser diligentes en la oración; ninguna cosa os lo impida. Haced cuanto podáis para que haya una comunión continua entre el Señor Jesús y vuestra alma. Aprovechad toda oportunidad de ir adonde se suela orar. Los que están realmente procurando mantenerse en comunión con Dios asistirán a los cultos de oración, serán fieles en cumplir su deber, y ávidos y ansiosos de cosechar todos los beneficios que puedan alcanzar. Aprovecharán toda oportunidad de colocarse donde puedan recibir rayos de luz celestial.
 
E. G. White, El Camino a Cristo.

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