6. ALIENTOS DE VIDA ETERNA. ¿Puede el hombre comunicarse con la divinidad?

ALIENTOS DE VIDA ETERNA

¿Puede el hombre comunicarse con la divinidad?




Dios nos habla por la naturaleza y por la revelación, por su providencia y por la influencia de su Espíritu. Pero esto no basta; necesitamos abrir nuestro corazón. A fin de tener vida y energía espirituales debemos tener verdadero intercambio con nuestro Padre celestial (...). Para ponernos en comunión con Dios debemos tener algo que decirle tocante a nuestra vida real. 

Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a Él.

Hay ciertas condiciones de acuerdo con las cuales podemos esperar que Dios oiga y conteste a nuestras oraciones. Una de las primeras es que sintamos necesidad de la ayuda que Él puede dar. Nos ha dejado esta promesa: "Porque derramaré aguas sobre la tierra sedienta, y corrientes sobre el sequedal." Los que tienen hambre y sed de justicia, los que suspiran por Dios, pueden estar seguros de que serán saciados. El corazón debe estar abierto a la influencia del Espíritu; de otra manera no puede recibir las bendiciones de Dios. 

Nuestra gran necesidad es en sí misma un argumento, y habla elocuentemente en nuestro favor. Pero se necesita buscar al Señor para que haga estas cosas por nosotros. Nos dice: "Pedid, y se os dará." Y "el que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también de pura gracia, todas las cosas juntamente con él?".

Si toleramos la iniquidad en nuestro corazón, si nos aferramos a algún pecado conocido, el Señor no nos oirá: mas la oración del alma arrepentida y contrita será siempre aceptada. Cuando hayamos confesado con corazón contrito, y reparado en lo posible todos nuestros pecados conocidos, podremos esperar que Dios contestará nuestras oraciones. Nuestros propios meritos no nos recomiendad a la gracia de Dios. Es el mérito del Señor Jesús lo que nos salva y su sangre lo que nos limpia; sin embargo nosotros tenemos una obra que hacer para cumplir las condiciones de la aceptación. La oración eficaz tiene otro elemento: la fe. "Porque es preciso que el que viene a Dios, crea que existe, y que se ha constituido remunerador de los que le buscan". El Señor Jesús dijo a sus discípulos: "Todo cuanto pidiereis en oración, creed que lo recibisteis ya; y lo tendréis." ¿Creéis al pie de la letra todo lo que nos dice?

La seguridad es amplia e ilimitada, y fiel es el que ha prometido. Cuando no recibimos precisamente y al instante las cosas que pedimos, debemos seguir creyendo que el Señor oye y que constestará nuestra oraciones. Somos tan cortos de vista y propensos a errar, que algunas veces pedimos cosas que no serían una bendición para nosotros, y nuestro Padre celestial contesta con amor nuestras oraciones dándonos aquello que es para nuestro más alto bien, aquello que nosotros mismos desearíamos si, alumbrados de celestial saber pudiéramos ver todas las cosas como realmente son. Cuando nos parezca que nuestras oraciones no son contestadas, debemos aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibir la contestación vendrá seguramente y recibiremos las bendiciones que más necesitamos. Por supuesto, pretender que nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma forma y según la cosa particular que pidamos, es presunción. Dios es demasiado sabio para equivocarse, y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad. Así que no temáis confiar en Él, aunque no veáis la inmediata respuesta a vuestras oraciones. Confiad en la seguridad de su promesa: "Pedid, y se os dará."

E.G.White, El Camino a Cristo

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