2. VIDA EN ABUNDANCIA. El amor del Salvador por las almas entrampadas
VIDA EN ABUNDANCIA
El amor del Salvador por las almas entrampadas
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Jesús conoce las circunstancias particulares de cada alma. Cuanto más grave es la culpa del pecador, tanto más necesita del Salvador. Su corazón rebosante de simpatía y amor divinos se siente atraído ante todo hacia el que está más desesperadamente enredado en los lazos del enemigo. Con su propia sangre firmó Cristo los documentos de emancipación de la humanidad.
Jesús no quiere que los comprados a tanto precio sean juguete de las tentaciones del enemigo. No quiere que seamos vencidos ni que perezcamos. El que dominó los leones en su foso, y anduvo con sus fieles testigos entre las llamas, está igualmente dispuesto a obrar en nuestro favor para refrenar toda mala propensión de nuestra naturaleza. Hoy está ante el altar de la misericordia, presentando a Dios las oraciones de los que desean su ayuda. No rechaza a ningún ser humano lloroso y contrito. Perdonará sin reserva a cuantos acudan a él en súplica de perdón y restauración. A nadie dice todo lo que pudiera revelar, sino que exhorta a toda alma temblorosa a que cobre ánimo. Todo el que quiera puede valerse de la fuerza de Dios, y hacer la paz con él, y el Señor la hará también.
A las almas que se vuelven a él en busca de amparo, Jesús las levanta sobre toda acusación y calumnia. Ningún hombre ni ángel maligno puede incriminar a estas almas. Cristo las une con su propia naturaleza divina y humana.
Estas preciosas palabras puede hacerlas suyas toda alma que more en Cristo. Puede decir:
“A Jehová esperaré,
esperaré al Dios de mi salud:
el Dios mío me oirá.“Tú, enemiga mía, no te huelgues de mí;
porque aunque caí, he de levantarme;
aunque more en tinieblas,
Jehová será mi luz...
“El tendrá misericordia de nosotros;
él sujetará nuestras iniquidades,
y echará en los profundos de la mar todos nuestros
pecados”.
Miqueas 7:7, 8, 19.
Dios ha prometido lo siguiente:
“Haré más precioso que el oro fino al varón,
y más que el oro de Ofir al hombre”. Isaías 13:12.
“Bien que fuisteis echados entre los tiestos,
seréis como las alas de la paloma cubierta de plata,
y sus plumas con amarillez de oro”. Salmos 68:13.
Aquellos a quienes Cristo más haya perdonado serán los que
más le amarán. Estos son los que en el último día estarán más cerca
de su trono.
“Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes”
E.G.White, La Temperancia
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