2. VIDA EN ABUNDANCIA. Obedecer la ley de amor
VIDA EN ABUNDANCIA
Obedecer la ley de amor
Fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y en rectitud.
Salmos 111.7,8
Adán y Eva, cuando fueron creados, tenían un conocimiento de la ley de Dios. Estaba impresa en el corazón de ellos, y comprendían sus requerimientos. La ley de Dios existía antes de que el hombre fuera creado. Estaba adaptada a las condiciones de los seres santos; hasta los ángeles estaban gobernados por ella. Después de la caída, los principios de justicia no fueron cambiados. Nada fue quitado de la ley; no se mejoró ninguno de sus santos preceptos. Y así como ha existido desde el principio, continuará existiendo a través de las edades sin fin de la eternidad. “Ya ha mucho que he entendido de tus mandamientos—dice el salmista—, que para siempre los fundaste”.
Nuestro deber de obedecer esta ley es la médula de este último mensaje de misericordia dirigido al mundo. La ley de Dios no es nada nuevo. No es santidad creada, sino santidad dada a conocer. Es un código de principios que expresan misericordia, bondad y amor. Presenta a la humanidad caída el carácter de Dios, y establece claramente todo el deber del hombre.
Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa ley. Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada, y otorga a todos libre albedrío para que puedan servirle voluntariamente.
E. G. White, Hijos e Hijas de Dios
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