TESOROS EN LOS CONSEJOS DE ELENA WHITE

LAS PALABRAS DE DIOS SON VIDA

"El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida."

Juan 6.63

 

La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está enterrada la vida de la planta. Así hay vida en la Palabra de Dios. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios.

Al comer su Palabra, aumenta nuestra fuerza espiritual, crecemos en la gracia y el conocimiento de la verdad. Se forman y fortalecen hábitos de dominio propio. Las flaquezas de la infancia -inquietud, caprichos, egoísmos, palabras apresuradas, actos apasionados- desaparecen y en su lugar, se desarrollan las gracias de la virilidad y la femineidad cristianas.

Con su poder los hombres y mujeres han roto las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. Los profanos se han vuelto reverentes; los beodos, sobrios; los libertinos, puros. Las almas nacidas a semejanza de Satanás, han sido transformadas a la imagen de Dios. Este cambio es en sí el milagro de los milagros. Es un cambio obrado por la Palabra, uno de los más profundos misterios de la Palabra. 

E. G. White, La fe por la cual vivo.

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