TESOROS EN LOS CONSEJOS DE ELENA WHITE. Un cambio de corazón

UN CAMBIO DE CORAZÓN

 "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio"

Hechos 3.19

A fin de ser salvados debemos conocer por experiencia el significado de la verdadera conversión. Es un error pavoroso que hombres y mujeres prosigan día tras día profesando ser cristianos sin tener derecho a ese nombre.  Al vista de Dios, la profesion no es nada, la posición no es nada. Él pregunta: ¿Está la vida en armonía con mis preceptos? Hay muchos que suponen que están covnertidos, pero no pueden soportar la prueba de carácter presentada en la Palabra de Dios.

La conversión es un cambio de corazón, un apartarse de la injusticia a la justicia. Descansando en los méritos de Cristo, ejerciendo verdadera fe en él, el pecador arrepentido recibe perdón de su. pecado 

Al dejar de hacer el mal y al aprender a hacer el bien crece en la gracia y el conocimiento de Dios. Comprende que para seguir a Jesús debe separarse del mundo y, después de haber contado el costo, lo sonsidera todo périda si tan sólo puede ganar a Cristo. Se alista en el ejército de Cristo y valiente y gozosamente entra en la contienda luchando contra las inclinaciones naturales y deseos egoístas y colocando la voluntad en sujeción a la voluntad de Cristo. Diariamente busca al Señor en procura de Gracia, y es fortalecido y ayudado. El yo una vez reinaba en su corazón. Ahora el yo está destronado y Dios reina supremo. Esta es la conversión genuina. 

No nos olvidemos que en su conversión y santificación el hombre debe cooperar con Dios. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor", declara la Palabra, "porque Dios es el que en vosotros produce el querer así como el hacer, por su buena voluntad". Filipenses 2.12-13

El hombre no puede transforarme a sí mismo por el ejercicio de su voluntad. No tiene poder por el cual pueda efectuarse ese cambio. Debe venir de Dios la energía renovadora. El cambio puede ser hecho sólo por el Espíritu Santo. El que ha de ser salvado, encumbrado o humilde, rico o pobre, debe someterse a la acción de ese poder.

E. G. White. The Review and Herald, 7 de julio de 1904

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