Alientos al corazón. Mirando a Cristo.

MIRANDO A CRISTO

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierto como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

2 Corintios 3.18

 
En medio de una vida de labor activa, Enoc mantuvo constantemente su comunión con Dios. Cuanto mayores y más apremiantes eran sus labores, tanto más constantes y fervientes eran sus oraciones. El seguía excluyéndose de toda sociedad en ciertos período. Después de permanecer por un tiempo entre la gente, trabajando para beneficiarla por su instrucción y ejemplo, se retiraba, para pasar un tiempo en la soledad, con hambre y sed de aquel conocimiento divino que sólo Dios pede impartir. Al comulgar así con Dios, Enoc llegó a reflejar más y más la imagen divina. Su rostro irradiaba una santa luz, la luz que brilla en el rostro de Jesús. Al terminar estos períodos de comunión divina, hasta los impíos contemplaban con reverente temor el sello que el cielo había puesto sobre su rostro. 

Enoc tenía al Señor siempre delante de él. Hizo de Cristo su compañero constante. Estaba en el mundo, y cumplía sus deberes para con el mundo, pero siempre estaba bajo la influencia de Jesús. Reflejaba el carácter de Cristo, haciendo gala de las mismas cualidades de bondad, misericordia, tierna, compasión, simpatía, perdón, mansedumbre, humildad y amor. Su unión diaria con Cristo lo transformó a la imagen de Aquel con quien estaba tan íntimamente relacionado.

Si mantenemos al Señor constantemente delante de nosotros permitiendo que nuestros corazones expresen el agradecimiento y la alabanza a él debidos, tendremos una frescura perdurable en nuestra vida religiosa. Nuestras oraciones tomarán la forma de una conversación con Dios, como si habláramos con un amigo. él nos dirá personalmente sus misterios. A menudo nos vendrá un dulce y gozoso sentimiento de la presencia de Jesús. A menudo nuestros corazones arderán dentro de nosotros mientras él se acerque para ponerse en comunión con nosotros como lo hizo con Enoc. Cuando ésta es en verdad la experiencia del cristiano, se ven en su vida una sencilles, una humildad, una mansedumbre y bondad de corazón que muestran a todo aquel con quien se relaciones que ha estado con Jesús y aprendido de él.

E.G. White, Conflicto y Valor. 

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