UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. EL ORIGEN DEL MAL (II) Entendiendo la justicia y la misericordia de Dios

EL ORIGEN DEL MAL (II)

Entendiendo la justicia y la misericordia de Dios.

 "¡Jehová, Jehová, Dios compasivo, clemente, lento en iras y grande en misericordia y en fidelidad; que usa de misericordia hasta la milésima generación, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero que de ninngún modo tendrá por inocente al rebelde!"

Éxodo 34. 6-7


Satanás achacaba a la ley y al gobierno de Dios la discordia que su propia conducta había introducido en el cielo. Declaraba que todo el mal provenía de la administración divina. Era pues necesario que diera a conocer la naturaleza de sus pretensiones y los resultados de los cambios que él proponía introducir en la ley divina. Su propia obra debía condenarle. El universo entero debía ver al seductor desenmascarado.

Aun cuando quedó resuleto que Satanás no podría permenecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría Infinita no le destruyó. Los habitantes del cielo y de los demás mundos, no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás. De haberle aniquilado inmediatamente, aquéllos habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor. Para bien del universo entero a través de las edades sin fin era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley.

La rebeldía de Satanás (...) debía servir de lección al universo en todo el curso de las edades futuras. 

El gran usurpador siguió justificándose hasta el fin mismo de la controversia en el cielo. Cuando se dio a saber que, con todos sus secuaces, iba a ser expulsado de las moradas de la dicha, el jefe rebelde declaró audazmente su desprecio de la ley del Creador.

De común acerdo Satanás y su hueste culparon a Cristo de su rebelión, declarando que si no hubiesen sido censurados, no se habrían revelado. (...) Decían ser ellos mismos víctimas inocentes de un poder opresivo, el gran reberlde y todos sus secuaces fueron al fin echados del cielo. 

El mismo espíritu que fomentara la rebelión en el cielo continúa inspirándola en la tierra. Su espíritu (el de Satanás) impera ahora e los hijos de desobediencia. Mediante la misma falsa representación del caracter de Dios que empleó en el cielo, para hacerle parecer severo y tiránico, Satanás indujo al hombre a pecar.

Al echar a Satanás del cielo, Dios hizo patente su justicia y mantuvo el honor de su trono. Pero cuando el hombre pecó cediendo a las seducciones del espíritu apóstata, Dios dió una prueba de su amor, consistiendo en que su Hijo unigénito muriese por la raza caída. El carácter de Dios se pone de manifiesto en el sacrificio expiatorio de Cristo. 

Fue Satanás el que impulso al mundo a rechazar a Cristo. Satanás disputó todos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y penas. (...) Las acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado. Los fuegos concentrados de la envidia y la malicia, del odio y de la venganza estallaron en el Calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror. 

Entonces fue cuando la culpabilidad de Satanás se destacó en toda su desnudez. Habia dado a conocer su verdadero carácter de mentiroso y asesino. Había aseverado que la transgresión de la ley de Dios traería consigo la libertad y ensalzamiento; pero lo que trajo en realidad fue servidumbre y degradación.

Se vió que para salvar a una raza caída el Legislador del universo había hecho el mayor sacrificio que el amor pudiera inspirar, pues "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo en sí." (2 Corintios 5.19) (...). El hombre quedaba libre de aceptar la justicia de Dios y de triunfar del poder de Satanás mediante una vida de arrepentimiento y humillación, como el Hijo de Dios había triunfado. Así Dios es justo, al mismo tiempo que justifica a todos los que creen en Jesús. 

Y el sacrificio al cual el amor infinito impelió al Padre y al Hijo a fin de que los pecadores pudiesen ser redimidos, demuestra a todo el universo (y nada que fuese inferior a este plan habría bastado para demostrarlo) que la justicia y la misericordia son el fundamento de la ley y del gobierno de Dios.

El deseo que Lucifer tenía de exaltarse a sí mismo le había hecho decir: "¡Sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono,... seré semejante al Altísimo!" Dios declara: "Te torno a ceniza sobre la tierra,... y no existirás más para siempre." Isaías 14.13-14; Ezequiel 28.18-19. Eso será cuando venga "el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará raíz ni rama." Malaquías 4.1

E. G. WHITE,  El Conflicto Inminente




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