VIDA EN ABUNDANCIA (I) Deberes de los que atienden al enfermo
DEBERES DE LOS QUE ATIENDEN AL ENFERMO
Los que cuidan a los enfermos deben comprender la importancia de una debida atención a las leyes de la salud. En ninguna parte es la obsediencia a dichas leyes tan importante como en el cuarto del enfermo. En ninguna otra circunstancia depende tanto de la fidelidad en las cosas pequeñas como al atender los enfermos. En casos de enfermedad grave, un pequeño descuido, una leve negligencia en el modo de considerar las necesidades o los peligros especiales del paciente, una señal de temor, agitación o de impaciencia, pueden decidir entre la vida y la muerte y hacer descender a la tumba a un paciente que, de haberse procedido de otro modo, hubiera podido reponerse.
La eficiencia de quien cuida a los enfermos depende, en buena parte, de su vigor físico. Cuanto mejor sea su salud, mejor podrá aguantar la tensión requerida para atender a los enfermos, y mejor podrá desempeñar sus deberes. Los que cuidan a los enfermos deben prestar atención especial al régimen alimenticio, al aseo, al aire puro y al ejercicio. Un cuidado semejante por parte de la familia la habilitará también de soportar la carga suplementaria que le es impuesta y le ayudará a guardarse de contraer enfermedad.
En casos de grave enfermedad que requiera el cuidado de una enfermera día y noche, la tarea debe ser compartida por dos buenas enfermeras cuando menos, para que cada una de ellas pueda descansar lo suficiente y hacer ejercicio al aire libre. Esto es particularmente importante cuando resulta difícil asegurar abundancia de aire puro en el cuarto del enfermo. Por desconocerse la importancia del aire puro, se restringe muchas veces la ventilación y corren peligro la vida del paciente y la de quien lo cuida.
Con la debida precaución, no hay temor de contraer enfermedades no contagiosas. Síganse buenos hábitos, y por medio del aseo y la buena ventilación consérvese el cuarto del enfermo libre de elementos venenosos. Observando estos requisitos, el enfermo tendrá muchas más probabilidades de sanar, y en la mayoría de los casos ni los que cuidan ni los miembros de la familia contraerán la enfermedad.
Para asegurar al paciente las condiciones más favorables para su restablecimiento, en el cuarto que ocupe debe ser espacioso, claro y alegre, con facilidades para ventilarse cabalmente. El cuarto que en la casa reuna mejor estos requisitos es el que debe escogerse para el enfermo. Muchas casas carecen de facilidades para la debida ventilación, y resulta difícil conseguirla; pero hay que arreglárselas de modo que día y noche fluya el aire puro por la habitación.
En cuanto sea posible, hay que conservar en el cuarto del enfermo una temperatura uniforme. Hay que consultar el termometro. Como los que cuidan al enfermo tienen muchas veces que velar o despertarse de noche para atender al paciente, están expuestos a sentir frío, y por tanto no son buenos jueces en asunto te temperatura.
Una parte importante del deber de la enfermera consiste en atender a la alimentación del paciente. Este no debe sufrir o debilitarse por falta de alimento, ni tampoco deben recargarse sus débiles fuerzas digestivas. Téngase cuidado especial de que la comida sea preparada y servida de modo que resulte apetitosa. Debe, sin embargo, ejercerse buen juicio para adaptarla a las necesidades del paciente, tanto en lo que respecta a la cantidad como a la calidad. Durante la convalecencia, cuando el apetito se despierta antes que los órganos de la digestión se hayan fortalecido, es especialmente cuando los errores en la dieta entrañan grave peligro.
Las enfermeras, y todos los que tienen que hacer en el cuarto del enfermo, deben manifestarse animosos, tranquilos y serenos. Todo apuro, agitación y toda confusión deben evitarse. Las puertas se han de abrir y cerrar con cuidado, y toda la familia debe conservar la calma. En casos de fiebre, se necesita especial cuidado cuando llega la crisis y la fiebre está por disminuir. Entonces hay que velar constantemente. La ignorancia, el olvido y la negligencia han causado la muerte de muchos que hubieran vivido si hubiesen recibido el debido cuidado por parte de enfermeras juiciosas y atentas.
E.G.White, Ministerio de la Curación.
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