1. UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. EL ZARANDEO: Reflexiones adicionales

EL ZARANDEO

Reflexiones adicionales

 



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Importante como es comprender la diferencia entre la iglesia militante y la triunfante en relación con el zarandeo, hay que puntualizar lo siguiente:
 
“Tiene que ocurrir un zarandeo en el pueblo de Dios, pero no es esta la verdad presente que ha de llevarse a las iglesias. Ocurrirá como resultado del rechazo de la verdad presentada” (2MS 13).

No hemos de predicar -y aún menos provocar- el zarandeo. El Señor espera que prediquemos la verdad. ¿Cuál es esa verdad que nos ha confiado? Está resumida en el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 y 18.
 
Predica el mensaje de los tres ángeles. El contraste entre la verdad y las doctrinas y prácticas falsas, ocasionará el zarandeo; pero el zarandeo, aun siendo verdad, no es LA verdad, y Dios nos ha encomendado vivir y predicar precisamente LA VERDAD.
 
Hay que distinguir entre lo que es verdad, y lo que es la verdad. La distinción es importante. Por ejemplo: los progresos del “hombre de pecado” son verdad, pero no son la verdad que hemos de predicar. Pueden formar parte del mensaje que hemos de dar, pero nunca serán su centro. El centro sólo corresponde a Cristo como Verdad absoluta. Que Babilonia ha inventado un falso día de reposo, es verdad; pero eso no es propiamente la verdad. ¡El sábado, el Señor del sábado, es la verdad! Esa es la verdad que hemos de predicar (y el ministerio de Cristo en el lugar santísimo, y el estado de los muertos, y el evangelio, y la ley, y…). El error queda expuesto por contraste, al presentar la verdad. Sea el Espíritu la “espada”, sea la Palabra de Dios la “espada”, y no nosotros.
 
Algunos se preguntan: ¿Y si se nos impidiera predicar el mensaje de los tres ángeles? ¿No debemos entonces añadir una descalificación, una condena, censura, denuncia o maldición hacia quienes nos impiden predicarlo? -No; no debemos. Vuelve a leer Judas 9. Predica el mensaje de los tres ángeles. Predica la verdad; predica al que es la Verdad.

Expresado de otra manera: ¿Qué debo hacer si no me dejaran predicar el mensaje de los tres ángeles? Respuesta: Si no te dejaran predicar el mensaje de los tres ángeles, PREDICA EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES. Y no le añadas nada. Especialmente, no le añadas una denuncia, reproche, censura o maldición.

“Toda palabra de Dios es limpia: Es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, porque no te reprenda, y seas hallado mentiroso” (Prov 30:5-6).
¿No te dejan predicar el mensaje de los tres ángeles? ¡No necesitas que “te dejen”! Tienes la orden de Dios para hacerlo. Adelante, una vez te hayas asegurado de que estás predicando “el mensaje del tercer ángel en verdad”, que “es la justificación por la fe” (1 MS 437), y no el legalismo o el antinomianismo de Babilonia.
 
Asegúrate de que tu mensaje no sufre la sequía de los montes de Gilboa; comprueba que fue bautizado en las corrientes refrescantes que el Señor nos dio en 1888. No te conformes con la simple etiqueta de “adventismo histórico”. En la era de 1888, fue el adventismo histórico el que resistió el derramamiento del Espíritu Santo en el comienzo de la lluvia tardía. Tampoco te conformes con la simple etiqueta “1888”. Es la etiqueta que defienden muchos que siguen luchando hoy contra ese preciosísimo mensaje: unos ignorándolo, otros oponiéndose a él, y otros asociándolo a falsas doctrinas o a actitudes anticristianas, especialmente anti-iglesia de Cristo.
 
Sobre todo, nunca olvides que predicar el mensaje de los tres ángeles implica predicar a Cristo, predicar el “evangelio eterno”. Y “evangelio” no consiste en una lista de obligaciones a cumplir por parte del ser humano, sino en la maravillosa obra que Dios hizo y hace en favor del ser humano en la dádiva de Cristo.
 
Nunca esperes cosechar la obediencia en el hombre, sin haber predicado antes el evangelio de lo que Cristo hizo y hace por -y en- el hombre. “Hemos de ser misioneros y tener por blanco principal ganar almas para Cristo. Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar ni denunciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres que se reconcilien con Dios” (3 JT 61).
 
“El Señor nos ha dado un mensaje para los incrédulos; un mensaje que se abrirá paso hacia muchos corazones” (Cristo triunfante 103).
 
“Un mensaje para los incrédulos” no puede ser una denuncia de las deficiencias en el pueblo remanente que representa a Cristo. Por otra parte, es imposible insistir demasiado en la necesidad de presentar la verdad en amor: “Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo” (Efe 4:15).
 
Igualmente importante es mantener la predicación libre de toda excitación o fanatismo: “Si trabajamos para crear una excitación de los sentimientos, tendremos toda la que deseamos, y posiblemente más de la que podemos afrontar con éxito. ‘Predicad la palabra’ con calma y claridad. No debemos considerar que nuestra obra consiste en crear agitación de los sentimientos.
Únicamente el Espíritu de Dios puede crear un entusiasmo sano” (2 MS 17). Eso es muy importante, en vista de que “continuamente surgirán cosas nuevas y extrañas para inducir al pueblo de Dios a una agitación espuria, a reavivamientos religiosos falsos y acontecimientos extraños” (Id.)
 
Por último, en relación con la predicación del evangelio, piensa en el valor de lo que el predicador es, por encima de lo que dice: “Los últimos rayos de luz misericordiosa, el último mensaje de clemencia que ha de darse al mundo, es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios han de manifestar su gloria. En su vida y carácter han de revelar lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos” (PVGM 342).
 
A lo largo de toda la historia sagrada, el Espíritu ha trabajado siempre en cooperación con la “esposa”. Este es el último llamado que encontramos en la Biblia: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven” (Apoc 22:17). Si eres guiado por el Espíritu, dirás ‘Ven’ con la esposa, nunca sin ella, y menos aún contra ella.
 
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea contigo.
 
Nota:
 
“La iglesia que sostiene la palabra de Dios está irreconciliablemente separada de Roma. En su día, los protestantes estuvieron de ese modo apartados de la gran iglesia apóstata, pero se han ido acercando cada vez más a ella y siguen en el camino de la reconciliación con la iglesia de Roma. Roma nunca cambia. Sus principios no han cambiado en lo más mínimo. Nada ha disminuido en su brecha con los protestantes; son estos quienes han dado todos los pasos.
 
Pero ¿qué dice eso acerca del protestantismo de hoy? Es el rechazo a la verdad de la Biblia lo que lleva a los hombres a avanzar hacia la infidelidad. La iglesia que acorta distancias con el papado es una iglesia descarriada. Las almas como la de Lutero, Cranmer, Ridley, Hooper, y los cientos de hombres nobles que fueron mártires por causa de la verdad, son los auténticos protestantes. Se mantuvieron como fieles centinelas de la verdad, declarando que el protestantismo es incapaz de unirse con el romanismo, y que ha de mantenerse tan separado de los principios del papado como lo están el este y el oeste” (ST 19 febrero 1894).

De militante a triunfante: el zarandeo, LB

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