1. UN CONFLICTO CÓSMICO REAL. EL ZARANDEO: Arrepintiéndonos por los demás

EL ZARANDEO

Arrepintiéndonos por los demás

 



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Arrepentirse por los demás sueña extraño, aunque es bíblico. Solemos concebir el arrepentimiento como algo profundamente personal. ¡Y lo es! Pero "gemir y clamar" a causa de las abominaciones que se cometen en la iglesia, es precisamente eso: arrepentirse por los demás, y es profundamente personal. Contrasta con desentenderse de os demás, y está en el polo opuesto a acusar a los demás.
Ya hemos citado el ejemplo de Moisés. Observemos ahora al caso de Daniel. Te pido que compares su actitud con la de aquellos que se sienten en libertad para publicar y exagerar los epcados del pueblo de Dios, llegando a sugerir la eventual necesidad de abandonarlo (o bien su equivalente: desviar diezmos y ofrendas hacia los más "fieles"): Daniel oró así:
"HEMOS pecado, HEMOS hecho iniquidad, HEMOS obrado impíamente, y HEMOS sido rebeldes y nos HEMOS apartado de tus mandamientos y de tus juicios. No HEMOS obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, y a nuestros príncipes, a nuestros padres, y a todo el pueblo de la tierra...
Oh Jehová, NUESTRA es la confusión de rostro, de NUESTROS reyes, de NUESTROS príncipes, y de NUESTROS padres; porque contra tí pecamos. De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia, y el eprdonar, aunque contra él nos HEMOS rebeado; y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, apra andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas. Y todo Israel traspasó tu ley apartándose para no oír tu voz: ppor lo cual ha fluido sobre nosotros la maldición, y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos....
Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios..." (Daniel 9.5-6; 8-11 y 20).
Ahi tienes un ejemplo práctico de lo que significa "gemir y clamar", tal como expresa Ezequiel 9.4. Quizá pienses que Daniel no reprendía a su pueblo y a los dirigentes (sino que se incluía entre ellos) debido a que él mismo no estaba libre de reprensión. Si es así, ¿crees que los que critican hoy al pueblo y liderazgo adventista están libres de reprensión? ¿crees que están más cerca de Dios de lo que estaba Daniel, cuando se identificaba con su pueblo, se arrepentía e intercedía por él? 
"El profeta Daniel estaba muy cerca de Dios cuando lo buscaba confesando sus pecados y humillando su alma. No procuraba disculparse, sino que reconocía su plena extensión de su transgresión. En nombre de su pueblo, confesó sus pecados que él no había cometido, y buscó la misericordia de Dios para poder mostrar a sus hermanos sus pecados, y con ellos humillar los corazones delante de Dios" (A fin de conocerle, pág. 241).
Nosotros solemos hacer lo contrario: buscamos y señalamos toda posible "apostasía" en los dirigentes del pueblo de Dios, y nos damos prisa en aclarar: "Ha sido él. ¡Yo no he sido!". Nos desentendemos, como si fuera cierto que yo no soy "guarda de mi hermano". Nuestra actitud recuerda a los "que dice: 'Estate en tu lugar, no te llegues a mi, que soy más santo que tú'" (Isaías 65.5). El espíritu de Daniel, manifestado en su oración del capítulo 9, sigue siendo una gran asignatura pendiente para nosotros. Nos enseña, entre otras cosas, que aun siendo cierto que existe apostasía en nuestras filas, sólo Dios conoce quién fue tan lejos como para haberse apartado de forma irreversible de la misericordia y posibilidad de restauración divinas. Por lo tanto "amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5.44). Ese es un principio universal, y se aplica tanto al mundo como a la iglesia, y por supuesto también (o quizá especialmente) a la familia.
De militante a triunfante: el zarandeo, LB

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